Una propuesta técnica de caldeamiento.
Juan Camilo Arias Castrillón.[1]
RESUMEN: Plantea la donación de significantes como una propuesta técnica para el momento del caldeamiento en una sesión de psicodrama. Atraviesa los conceptos de psicodrama, identificación, agenciamiento y significante para finalizar en la propuesta de la donación de significantes. En ese viaje conceptual expone el agenciamiento como una manera de nombrar los procesos de identificación, que ocurren en el psicodrama, de una manera más acertada.
“Podemos comprendernos unos a otros pero solo a sí mismo es capaz de interpretarse cada uno” Demian. Herman Hesse (p.10)
Antes que nada voy a explicitar de alguna manera el objetivo de este articulo para que al final podamos (usted lector, y yo) revisar si lo que aquí está escrito corresponde siquiera en una parte al objetivo inicial propuesto, ya que la obra conforme se escribe, se reescribe. La idea de escribir este artículo es sistematizar, o fundamentar de alguna forma, una técnica de caldeamiento, precalentamiento o warming-up si se quiere, que nace de la imaginación en medio de un proceso psicodramático que lleva, a la fecha, un año de duración. Este texto surge como producto de un proceso de formación psicodramática que comprende un componente práctico y un componente teórico-investigativo, y también del proceso de escritura, co-pensamiento y re-escritura por parte del grupo de (trabajo, estudio, investigación, etc.). A ellos, aprovechando el momento, gracias y siempre gracias.
Para darle una suerte de justificación a la propuesta técnica de caldeamiento que hago, me gustaría comenzar dando unas breves referencias sobre qué es el psicodrama y por qué lo considero una metodología muy útil para la intervención.
Psicodrama.
Qué es el psicodrama. Pavlovsky nos da una definición breve y clara “El psicodrama es un procedimiento psicoterapéutico, generalmente grupal, que utiliza técnicas dramáticas (dramatizaciones) –además de verbales- como medio expresivo, de comunicación, de exploración, de operación, etc.” (Pavlovsky, 1974, p. 15). He encontrado en la literatura que se considera una técnica muy versátil, es decir, aplicable a diferentes contextos y con diferentes objetivos, como nos muestran algunos autores, entre los que se encuentra Moreno, su inventor:
“(El psicodrama) Se lo puede adaptar a todo tipo de problema, personal o de grupo, de niños o de adultos. Se lo puede aplicar a todos los niveles de edad. Mediante su uso se puede acercar a una solución de problemas infantiles tanto como a los más hondos conflictos psíquicos. El psicodrama es la sociedad humana en miniatura, el ambiente más simple posible para un estudio metódico de su estructura psicológica” (Moreno, 1993, p. 245).
“Las técnicas psicodramáticas pueden usarse en forma efectiva en cualquier campo que requiera cierta exploración de las dimensiones psicológicas de un problema, tales como la educación, la psicoterapia y las relaciones industriales” (Blatner, 1996, p.124).
La sesión psicodramática se estructura a partir de tres tiempos básicos: el caldeamiento (precalentamiento, Warming-up o atemperación), la puesta en escena, y el Sharing (o los ecos) (Herrera, 2009). Nosotros vamos a centrar nuestra atención principalmente en el tiempo de caldeamiento, que es el momento en el que los participantes se disponen física y psicológicamente para la acción psicodramática; en este momento se emplean técnicas para inducir estados espontáneos (Greenberg, 1977). Es por esto que me parecía importante brindar primero una especie de encuadre del psicodrama para entender a qué me refiero cuando hablo de caldeamiento y otros aspectos del psicodrama. La versatilidad de esta técnica le permite adecuarse a diferentes tipos de procesos y por ende ser enriquecida con diferentes técnicas en diferentes momentos; es una tarea que nos convoca a todos.
Aquí cabe mencionar que en un proceso psicodramático, y digo proceso porque es importante diferenciarlos del psicodrama como técnica focal (de una sola sesión), se llevan a cabo múltiples interrelaciones entre los participantes que favorecen diferentes fenómenos psíquicos propios de la interrelación, como la identificación. Este concepto es importante para la donación de significantes, que se puede entender en términos de identificación si se quiere, aunque más adelante hablaremos sobre como el concepto de agenciamiento se acomoda mejor a este proceso de donar significantes. Por ende, se hace necesario hacer una pequeña y quizás un poco reduccionista conceptualización de la identificación de Freud. Ofrezco disculpas por ello.
Identificación.
Para Freud (1921), la identificación es “la más temprana exteriorización de una ligazón afectiva con otra persona”. En el proceso edípico, el niño toma al padre como objeto de identificación, como un ideal; el niño quiere ser él. Tiempo después, esa identificación se torna hostil; el niño quiere ser el padre y reemplazarle para ocupar su lugar frente a su objeto de deseo: la madre. La identificación es ambivalente; es a su vez expresión de ternura y deseo de eliminación. Aspira a configurar el propio yo a semejanza del otro, tomándolo como modelo; sin embargo, es parcial y limitada a tomar prestado algunos rasgos de la persona objeto. Freud distingue tres fuentes de la identificación: la primera es la ligazón afectiva con un objeto y puede pensarse, en un sujeto, como “yo quiero ser como él”; la segunda es una ligazón libidinosa del objeto por la vía regresiva, mediante la introyección del objeto en el yo. En palabras simples (quizás reduccionistas) puede ser entendido como “yo quiero tener lo que él tiene y por eso me convierto en él”; la tercera fuente es cuando la identificación prescinde por completo de la relación de objeto con la persona copiada, es decir, que la identificación puede nacer a raíz de cualquier comunidad que llegue a percibirse en una persona que no es objeto de las pulsiones sexuales (Freud, 1921).
Para ver como la identificación se hace presente en el proceso psicodramático voy a recurrir a otro texto de Freud “personajes psicopáticos en el escenario” (Freud, 1906). Allí, Freud nos muestra como la obra teatral pone al espectador en un punto de identificación con el protagonista y expone cómo en el psiquismo, el espectador es en sí mismo el protagonista de la obra. También habla de cómo el objetivo de la escenificación es producir en el sujeto el drama que el guión expone, enfermarlo, pero no desde el sentido genético; no es producirle enfermedad, sino hacerla manifiesta, ponerla en evidencia, sacarla de la profundidad de sus afecciones y ponerla en el momento de la acción dramática. El psicodrama facilita esta identificación con la escena, enferma al sujeto, lo pone como espectador o como reparto de una escena que pareciera ajena pero que remite a los propios dramas; hace de esa escena una escena propia, pues el protagonista se identifica con lo que el guión que esa escena expone. Así, los integrantes de un grupo psicodramático se identifican con diferentes dramas ajenos y hacen manifiestos los propios. De esta manera, podemos pensar el proceso psicodramático como un lugar de encuentro de los dramas subjetivos. En ese encuentro se producen lógicas de identificación que afectan a todos los integrantes del grupo, tanto al protagonista como al reparto y al auditorio; por esto considero importante pensar ese encuentro no solo en términos de identificación sino en términos de agenciamiento.
Agenciamiento.
El concepto de agenciamiento, que a mi parecer ayuda a entender mejor las lógicas del encuentro en psicodrama, funciona como una identificación de doble vía en un mismo espacio-tiempo del proceso psicodramático (a diferencia de la identificación que pareciera funcionar en una sola vía). El concepto de agenciamiento proviene de agente, como ente que participa en un agenciamiento. Es un devenir entre agentes. Deleuze y Guattari (1988) dicen que “es la unidad real mínima de análisis”, que hace funcionar elementos heterogéneos entre sí, entendiendo cada elemento, ente, o agente, como una multiplicidad real o potencial. En un agenciamiento, los elementos entran en una relación que hace que uno cambie tanto como el otro en relación al “entre” que se produce en el encuentro de esos dos agentes. Por tanto, un agenciamiento relacionará términos que en sí mismos son multiplicidades, y a su vez, cada uno tendrá su devenir, que ocurre por la circulación de afectos en el agenciamiento. Deleuze y Guattari (1988) describen dos vertientes del agenciamiento. Una colectiva de enunciación (producción de enunciados), que hace referencia, cuando se piensa en una estructura grupal, a que no importa quién habla, porque lo que habla es producido entre el grupo, es decir, sucede en el “entre” grupal. Por otro lado, hablan de la vertiente “maquínica” de deseo (producción de deseo), haciendo referencia a cómo en la maquina deseante, el deseo se produce “entre” y no “en alguien”; se produce como un incorporal entre dos agentes.
Ahora bien, estos dos conceptos (identificación en Freud y agenciamiento para Deleuze y Guattari), se relacionan y se oponen al mismo tiempo. Podemos pensar que la identificación es una afectación unidireccional de un agente B (el padre) sobre un agente A (el niño), donde solo se produce una modificación en el yo del niño (agente A) y donde el padre quizás ni se da por enterado. En el caso de la sesión psicodramática, el protagonista quizás ni se entera de que las personas en el público se están identificando, y él, por su parte, no está agenciando nada de las personas en el público. El protagonista dramatiza su propio drama mientras que el público y el reparto se identifican con él. Por otro lado, el agenciamiento se puede pensar como un proceso de identificación bidireccional; en el momento de un encuentro, se produce un “entre” en el medio de la relación de los dos agentes, de manera que ambos quedan afectados y se llevan cada uno algo del otro. También podemos pensar en un tercer “agente”, por llamarlo de alguna forma, ya que en el agenciamiento también interviene el “entre”. De ésta manera, cada agente puede llevarse algo del otro para sí mismo, o bien puede llevarse algo del “entre” que se produjo en ese encuentro y que no necesariamente pertenece al agente A o al agente B. En el psicodrama, cada miembro del grupo se identifica con los dramas del otro, de manera que incluso para el protagonista, se produce un agenciamiento de cosas de los demás agentes (que a su vez son una multiplicidad de agentes), además de cosas de ese “entre” que se produce en el encuentro psicodramático; es por esto que anteriormente decíamos que el psicodrama es un lugar de encuentro, porque al poner diferentes agentes en escena, se produce un “entre” que es una construcción de todos pero que, en realidad, no es de nadie; es ese encuentro en el que se producen los agenciamientos lo que nos va a permitir pensar en la donación de significantes.
Agenciar (o mezclar) conceptos de las teorías de Deleuze y Guattari en (o con) el psicodrama no es algo nuevo. Gregorio Baremblitt expone el esquizodrama (citado por Kesselman & Pavlovsky, 2006) como una pseudo-mezcla entre el cuerpo teórico de ellos y las experiencias de psicodrama. Incluso la multiplicación dramática en sí misma es una manifestación de Deleuze y Guattari en el psicodrama: “fuimos deleuzianos sin saberlo” (Kesselman & Pavlovsky, 206, p.9). Así mismo, yo creo que el agenciamiento es un concepto que, de una manera más acertada, permite nombrar los procesos de identificación que suceden en el psicodrama. Ahora bien, en el proceso de co-pensamiento de este escrito me encontré con la facilidad con la que el agenciamiento puede ser interpretado por el lector como una forma de rescatar lo grupal en el psicodrama, algo que es incongruente con algunas formas de psicodrama como el psicodrama freudiano. Sin embargo, yo considero que el agenciamiento no rescata la noción de grupo o de lo grupal, sino que rescata la noción de encuentro. Es decir, rescata el grupo como un lugar de encuentro de los dramas subjetivos, como el lugar donde puedo poner mis dramas en juego con los dramas del otro y producir un devenir en ese encuentro. El agenciamiento es un devenir, un movimiento del sujeto a partir de las afectaciones que se producen en el encuentro con los otros. Es precisamente aquí donde el agenciamiento se encuentra con la donación de significantes, porque en ese encuentro se ponen en juego muchos significantes (dramas) de diferentes sujetos y cada uno de ellos se agencia significantes que articulan su propio discurso. Pero el significante, al ponerse en juego en el encuentro, también pasa por un devenir: el significante que el sujeto A pone en juego en el encuentro no es el mismo que el sujeto B agencia para sí.
Significante.
Creo necesario en éste momento, explicar un poco en qué consiste la donación de significantes. No podemos pensar la donación de significantes sin conceptualizar el significante, por lo que me propongo hacerlo de forma breve que nos sirva para tener una luz más o menos clara que nos guíe por este camino. El significante es una traza material que conlleva un sentido. Para Saussure (1945) los significantes son palabras, sin embargo, Lacan (1999) dice que, además de palabras, pueden ser también objetos, relaciones, incluso los síntomas. Es significante en tanto que está inscrito en un orden simbólico donde puede adquirir significado en contraste y relación con otros significantes.
Ahora bien, en éste sentido, los significantes conllevan un significado. El ser humano, en el momento de su nacimiento viene dotado de un sinnúmero de experiencias que le son extrañas y que para él tienen significado, más no significante. Es el ejemplo de un niño que presenta un dolor en el abdomen y llora sin entender muy bien lo que le pasa. Su madre acude a él por su llanto y le da de comer. El niño deja de sentir el dolor en el estómago, ya que lo que sentía era hambre. El dolor es la experiencia, el significado, pero el niño aún no tiene un significante en su sistema simbólico para nombrar esa experiencia. El niño tiene hambre pero él no lo sabe; él no sabe que lo que tiene se llama hambre, ya que esa experiencia que nosotros llamamos hambre bien podría llamarse piedra, estreptococo o cronopio; sin embargo, se llama hambre en este sistema simbólico. La madre le dice al niño que ese dolor que sentía se llama hambre y que para no sentirlo más necesita comer algo; le impele a que cuando sienta ese dolor se lo exprese para que ella pueda darle comida. Justo en ese momento, la madre le dona un significante al niño, le entrega un significante de su propio discurso (hambre en este caso) para que el niño pueda nombrar su sensación y pueda él mismo articular su propio discurso. No sobra decir que los significantes donados son propios del discurso del donante y del sistema simbólico en el que éste se inscribe; bien podría llamarle hambre, filo, hungry, estreptococo o cronopio. Ese sistema simbólico es histórico y cultural, construido a través de la invención de significantes y la donación de éstos.
Donación de significantes.
Entendiendo mejor ahora a qué nos referimos cuando en psicodrama hablamos del significante, de la identificación y del agenciamiento, es hora de sistematizar el desarrollo de la técnica de donación de significantes. Es importante tener en cuenta que, en un principio, esta técnica se concibe como técnica de caldeamiento, pero queda a criterio del lector, sea o no director de psicodrama, usarla en el momento que considere adecuado. Es una técnica histórica, es decir, que requiere de un proceso y precisa que el grupo tenga un recorrido histórico que le permita haber tenido un tiempo de compartir y crear un “entre” sobre el que se va a trabajar; también sería interesante probarla en un grupo que recién empieza o que solo tendrá una sesión, pues quizás, el “entre” que se produce en ese único encuentro, sea necesario para donar algunos significantes.
La técnica en sí misma es muy simple. Consiste en que cada miembro del grupo elija un significante, es decir, una traza material que le evoque un significado (una palabra, un dibujo, un sonido, etc.), y que de forma anónima la ponga en común. Yo sugiero ponerlas en papeles doblados que se juntan en una caja, pero también puede ser en un tablero. Cuando todos los integrantes ya “donaron su significante” proceden a elegir un significante ajeno al azar que permitirá evocar significados, en especial, escenas susceptibles de ser dramatizadas. El efecto que crea esta técnica en el grupo es que cada miembro agencia el significante que le fue donado por azar y a partir de allí extrae significados que este significante le evoca, tanto desde su propia subjetividad (que a su vez es una multiplicidad de agenciamientos) como desde el “entre” histórico que se ha construido en el grupo.
Así es como se pone en evidencia la importancia del “entre” que se crea en el encuentro, en el interior del grupo, porque es este el que permite que surjan esos significantes que en realidad son enunciaciones del grupo, significantes producidos en el grupo, enunciaciones colectivas que serán nuevamente agenciadas en pro de la elaboración terapéutica, permitiendo a los agentes del proceso psicodramático articular su propio discurso simbólico.
Al ser una propuesta técnica para el momento del caldeamiento, el objetivo principal es que los integrantes del grupo, a partir de esos agenciamientos que hacen de los significantes que les son donados, evoquen diferentes significados asociados y puedan disponerse para la acción psicodramática, bien sea a partir de la evocación de una escena (que sería el ideal) o porque la técnica le permitió disponer su cuerpo y su mente a estados espontáneos que impulsan la creatividad psicodramática.
Así creo que queda cumplido de alguna forma el objetivo propuesto de plantear una técnica y fundamentarla teóricamente con algunos conceptos que se ponen en juego en ella. No sobra recordar que es una propuesta que puede ser modificada creativamente a criterio de cada uno según los objetivos o las poblaciones con las que se esté realizando el psicodrama.
Referencias:
- Blatner, A. (1996) Acting-in. Practical Applications of Psychodramatic Methods. (3° edición). New York: Springer Publishig Company
- Deleuze, G. & Guattari, F. (1988) Mil mesetas. Valencia: Pre-textos.
- Freud, S. (1906) Personajes psicopáticos en el escenario. Obras completas Tomo VII. Buenos Aires: Amorrortu Editores.
- (1921) Psicología de las masas y análisis del yo. Obras completas Tomo XVIII. Buenos Aires: Amorrortu Editores.
- Greenberg, I. A. (1977) Fundamentos y normas del psicodrama. Buenos Aires: Ediciones Horme
- Herrera, A. (2009). El psicodrama psicoanalítico: Una teoría, una práctica, una experiencia. Revista Electrónica de Psicología Social “Poiésis”; N°18- diciembre. Disponible en: http://www.funlam.edu.co/revistas/index.php/poiesis/article/viewFile/151/140
- Kesselman, H. & Pavlovsky E. (2006) La multiplicación dramática. Buenos Aires: Atuel.
- Lacan, J. (1999) El seminario 4, la relación de objeto (1956-1957) Texto establecido por Jacques-Alain Miller. Buenos Aires: Paidós.
- Moreno, J. L. (1993) Psicodrama. Buenos Aires: Editorial Lumen
- Pavlovsky, E. A. (1974) Clínica grupal. Buenos Aires: Ediciones Búsqueda.
- Saussure, (1945) Curso de lingüística general. Buenos Aires: Losada
[1] Estudiante de Psicología de la Fundación Universitaria Luis Amigó de Medellín, Colombia. Psicodramatista en formación.