Por Manuel Moreno
“El psicodrama es el instrumento privilegiado, para diagnosticar el puesto que tiene un sujeto, en su relación con la ley, y de la manera que tiene de vivirla en su propia familia”. Esto nos dice Paul Lemoine, en su artículo La Regla y la ley, en Cuadernos de Psicodrama, sobre el V congreso de la SEPT dedicado a “La ley”, Madrid 1986.
Pero, ¿a que ley se refiere Paul Lemoine?, ¿Porque adquiere significación saber que puesto tiene el sujeto con relación a la ley y el modo que tiene de vivirla en su propia familia y en otros espacios grupales? ¿de que ley hablamos en psicodrama?
Sabemos que el proceso de un sujeto en Psicodrama está determinado por el lugar vital del que procede, es decir por las coordenadas significantes que han construido su existencia. A medida que la representación de este contexto vital toma cuerpo en las escenas del psicodrama, vamos viendo como los significantes se repiten, aunque adopten otros ropajes, se desplazan, se hacen metáfora. El entramado significante que se nos muestra en forma de escena repetida en psicodrama, no es otro que el proceso Edípico. Proceso en el que entramos “sin ley” y salimos, en el mejor de los casos, “sujetos en los que se ha inscrito una ley”.
Al decir de Lacan la ley del Otro, “es el deseo del Otro que hace la ley para el sujeto: que condiciona o subordina su vida”. Pero no es lo mismo que el sujeto quede atrapado en una ley arbitraria a que quede investido por una ley que le permita ser Sujeto del deseo propio.
Sabemos que el niño, ser de necesidad, se encuentra enteramente sometido a la “ley de la madre”, la gran traductora del idioma que ha de aprender para encontrar una respuesta a su demanda. La ley de la madre es incontrolada. Esta toda entera en el sujeto que la soporta, a saber en el bien o mal querer de la madre. Es una ley que depende de quien la detenta, es por esto que la ley de la madre es arbitraria.
Para Lacan, si la cosa funciona bien, en el sentido de si se avanza dentro de ese gran procesador que es el Edipo, es en la medida en que la madre, ante la demanda del niño, le transmite algo que le permite reconocer que hay otra instancia, algo así como cuando la madre le dice al niño:”aquí tiene que opinar alguien más, esto lo vamos a hablar con tu padre”, “cuando venga tu padre hablaremos”… Si no se produce este “reenvío” a la instancia superior, al padre, el niño no puede pasar al otro nivel de la ley, la ley que rige para todos, la que tiene un valor universal y no depende de un Otro en cuya ley arbitraria queda atrapado.
Como señala Gustavo Dessal, aquí encontramos la raíz fundamental de la angustia, su raíz claustrofóbica. El sentimiento de no soportar el encierro, lo insoportable del encierro, que remite a este sentimiento sin salida por fuera de este deseo de la madre.
En una sesión de psicodrama Arturo habla de su dificultad para salir de casa, tiene cierta fobia a espacios donde hay mucha gente, se siente desorientado y perdido. Por eso prefiere a veces pasar el tiempo en casa, antes que salir. Relata una escena en la que invita a sus amigos a jugar a videojuegos en su casa. En la representación los amigos, antes de empezar a jugar, le dicen de salir a dar una vuelta , y el se queda callado un tiempo, al rato comenta que su madre va a preparar merienda. El animador le pregunta qué estaba pensando en el momento que quedó callado. Responde que por un momento “deseó salir”, pero temía decepcionar a su madre que había preparado la merienda para todos. A la pregunta del animador Arturo responde más allá de la ley del deseo materno. De vuelta al grupo el protagonista comenta que sus padres están separados desde hace unos años y el “se quedo con la madre”.
Es esencial, por tanto un reenvío, una re-dirección, a una instancia superior, para que se puedan dar consecuencias en la subjetividad del protagonista. Consecuencia desangustiante de hacer ver su incompletud, haciendo desprender al sujeto de su identificación, identificación de ser el falo, objeto de deseo de la madre.
En la escena la palabra del animador, como la palabra de un padre, que pregunta, aun de forma indirecta, por el deseo del hijo, hace de instancia fuera de la madre. Es la condición para que brote la palabra, en tanto regula esa distancia del sujeto con relación a aquello con la que está fusionado.
La palabra del Padre, introduce un nuevo significante que devolverá al sujeto a su realidad faltante y de ahí a constituirse como ser deseante. Para ello es necesario que el “deseo de la madre”, como significante, sea sustituido, metaforizado, por otro significante, el “Nombre del Padre” que va a dar un significado nuevo a la relación madre/hijo (falo). Sobre todo las palabras, pero también los actos y las omisiones de un referente No- madre, en donde se reconoce el sostén de un función simbólica. El nombre del padre que se identifica con la figura de la ley que viene a poner limite al goce interminable del deseo del Otro y posibilita la constitución del sujeto, sujeto barrado pero sujeto de deseo.
Con palabras de Magda Boch “El grupo psicodramático es un espacio de simbolización en el que se instala la ley posibilitadora de la palabra. La ley del eterno retorno, del exilio de un lugar donde nunca se ha estado y donde nunca se estará. Exilio en relación a la falta, o sea a la madre que cada uno lleva en sí mismo”.
En definitiva esto es lo que en psicodrama se representa y es al mismo tiempo lo que el Edipo significa: la relación subjetiva al orden simbólico, al orden de la palabra, al orden/ley del padre que, en nombre del padre, abre un lugar en la cadena, sin lo cual no hay vida propiamente humana posible.
Bibliografia
- ● Lacan, J. Seminario V. “Las formaciones del Inconsciente”. La lógica de lacastración, pag. 147. 203. Editorial Paidos. Buenos Aires, 1999.
- ● Lemoine, Paul. “La regla y la ley”. Cuadernos de Psicodrama, Ediciónextraordinaria V congreso de la SEPT sobre “ La ley”. Madrid 1986.
- ● Dessal, Gustavo. “Los Tres Tiempos del Edipo”. Espacio de Investigación en Psicoanálisis. “La Lógica de la Castración”. Forum Psicoanalítico de Murcia, Curso1999-2000.
- ● Boch, Magda. “La singularidad de la ley.” Cuadernos de Psicodrama, Ediciónextraordinaria V congreso de la SEPT sobre “ La ley”. Madrid 1986.