[1] Paqui Alcaraz Candela[2]
RESUMEN: Se trata de la experiencia de integración de tres jóvenes llamados Aliou, Sefardine y Gott, llevada a cabo a través del psicodrama y del trabajo grupal.
Querido Aliou:
Te escribo esta carta dejándome llevar por el viaje de tu nombre.
¿Recuerdas cuando te dije qué había una película española que llevaba tu nombre, y te mostré ese nombre escrito en algún lugar? Tu semblante cambió con el color de tu piel. “Una carta para Alou”, era la película, pero Alou no es tu nombre. Tu nombre es A-LI-O-U. No tenías documentación que sirviera para reconocerte pero, ¿tampoco se conocía tu nombre? El nombre de uno es seña de identidad y la identidad necesita del reconocimiento de otro para así, poder construirse. A partir de ahora, tu nombre queda grabado en nuestra memoria.
En alguna ocasión escuché: “Quien no tiene papeles, no existe”. Se trata de un axioma que nunca he compartido pero, pensándolo, en ocasiones os he proyectado como oscura escultura deambulante en mi retina. De nuevo un párrafo de Juan José Millás me lleva a una de las claves:
“El diluvio era la vida misma, así que, lo que había creado, era una cápsula en la que me fui aislando de la existencia, por eso ahora no comprendo las calles ni concibo las emociones cerradas que amueblan los rincones de mi ánimo oscuro”.
Aliou, nos conocimos en un municipio de la Plana, a lo largo de fríos días de invierno y cálida y húmeda primavera. Ahí comienza nuestra relación. Una relación significativa para ti, pues así me lo has manifestado.
También, significativa para mí porque en este momento eres el eje que me lleva a pensar en los momentos grupales, antes, durante y después de la intervención, del significado que ha tenido la participación en un grupo en un momento determinado de vuestras vidas; digo vuestras, porque voy a relatar tu estar y el de otros compañeros.
Llegaste un día al despacho, con amplia sonrisa y tus dientes ligeramente perjudicados por un medicamento que ingeriste en Senegal durante tu infancia. Sentí que llegaste para estar, para estar sentado, mirar y poner palabras a tu viaje. Aún no había finalizado tu trayecto, estabas en un descanso, en un descanso necesario para la reflexión.
Tú viaje no comienza al cumplir los 18 años, comienza cuando tu papá, decide que a los dieciocho años subirías a un avión para ir al viejo continente. Allí trabajarías, y enviarías dinero para el mantenimiento de tu familia. Ellos residen en un pueblo llamado Kaolack, a 166 kilómetros de Dakar. La carretera no está asfaltada. Apenas hay fotos en internet. A partir de la noticia de tu traslado, te desplazaste en numerosas ocasiones a la capital, te gustaba ver cómo se visten los turistas, cómo ríen, cómo caminan. Observabas a las parejas.
Describes la vivienda de tu familia como una casa dividida en dos partes separada por un rellano. En una de las estancias, vivías con tu mamá y tus hermanos; en la otra casa lo hacía la otra mujer de papá, con quien también tuvo hijos. Describes con dolor las peleas y gritos entre dos mujeres que competían por el hombre. Él decidía cada noche en qué parte de la casa iba a dormir. Cuando no dormía en la tuya, oías el llanto de tu madre. Tu papá, tu mamá, tus hermanos, hermanastros, tu casa, tu hogar, tu familia, etc.
En un inicio, en España te dedicabas a la venta ambulante, acompañando en el negocio a un amigo de tu país. Indocumentado, fuiste en tres ocasiones detenido e ingresado en una prisión por un periodo de tres días. Nueve días y nueve noches en aquella celda. Eras muy joven. Sentía que esto marcaba tu rostro, atenuaba tu voz y hacía temblar la piel en tus manos.
Ante la fragilidad de tu ánimo y el ánimo de tus compañeros, (mi inconsciente me ha llevado a escribir “la fragilidad de tu niño”, tu niño interior), se forma el GRUPO cuyo objetivo era viajar juntos para poder volver de otra manera sintiendo la existencia.
Quiero recordar contigo el grupo.
Estaba compuesto por varios participantes, entre ellos, tú, Sefardine y Gotto.
La comunicación era difícil porque apenas hablabais castellano, de forma que seleccioné algunas canciones con las que podíamos aprender traduciendo las letras, además de trasladarnos, viajar, mirar atrás, encontrarnos de nuevo y poder jugar la despedida.
Otro chico del grupo era Gotto. Procedía de Guinea Bisseau, país ubicado al sur de Senegal y uno de los países más pobres del mundo donde la esperanza de vida no llega a los 50 años. Sus papás murieron cuando él y su hermana eran niños, de forma que su tío quedó a cargo. Por entonces, Gotto tenía más de treinta años y describía su viaje como una huida. Huía de la atadura, de estar atado con una soga al uno de los grandes postes de madera del corral de vacas. Atado para no poder escapar mientras crecía bajo los golpes de su tío; criando vacas, esas vacas famélicas y cabizbajas de las que encontramos imágenes en los documentales de la 2 o en algún reportaje de Informe Semanal sobre hambre en África. Gotto se describía como otro animal de la manada, mientras su hermana se dedicaba a las tareas domésticas.
Gotto supo de la posibilidad de subir en una patera. Tenía que llegar al país vecino, encontrar un río y seguirlo hasta su cauce, desde donde la embarcación partía rumbo a un mundo mejor. En google maps, pudimos identificar el recorrido realizado. Quizás me quede corta si recuerdo una andadura de mil kilómetros. Su país es pequeño y uno de los más pobres del mundo, pero hay tantos animales salvajes, que en el momento actual están comerciando con ellos. ¿Se los encontraría en el camino?
Sefardine. Nació en Marruecos. Alguna vez, o mejor dicho, la mayoría de las veces que entré en el bar de la esquina a tomar café o comprar unos cigarrillos, le veía apoyado en la puerta hablando con algún paisano o viendo la gente pasar. Una mañana se acercó a realizar algunas preguntas acerca de su documentación. Él llega desde Italia y hace dos años que salió de su país en un intento de poner distancia con su familia. Pertenece a una familia adinerada de Casablanca y cuenta que vivía en una gran casa con jardines, describiéndola al detalle como una gran mansión. Sus problemas no eran económicos. Sus padres están separados hace tiempo pero, la lucha entre ellos era constante. Sefardine relataba que sus padres estaban siempre dentro de una burbuja llena de enfados.
“Mis hermanos sufren menos. Ellos tienen los cuidados que precisan. De mí pasan. Nunca pude tener una novia estable. Pasaba el tiempo en la calle, con mi pandilla, bebiendo, jugando, enfadado con unos y otros. Tenía muchas discusiones. Al llegar a la casa, por la noche, la tensión oscura de silencio me invadía. Decidí venir a Europa, pero esa sensación quedó grabada en mí. No puedo desprenderme de ella. Me apoyo en la pared de la puerta del bar y viajo a mis lugares…”
Os gustaba venir al despacho. Aquel lugar era entrañable. Un despacho sencillo, el bajo de unas viviendas de protección oficial a las afueras del pueblo. Hacía esquina, era luminoso y rodeado de ventanas. Desde una de ellas se avistaba un mar de naranjos, y al final, la playa. En aquel lugar había una mesa de despacho de madera clara y una mesa redonda para seis u ocho personas. También hubo lugar para que Gotto nos enseñara algún paso de baile de su país. Decía que de pequeño bailaba en la calle con su mamá, un recuerdo que le quedó inscrito en el cuerpo.
Y así, escuchando vuestras historias comencé a pensar en el cómo, ¿qué hacer?
No teníais un buen manejo del castellano, pero había algo que todos compartíais, que a todos os gustaba: la música. Todavía recuerdo a Gotto contento, sonriente, desplegando en aquel espacio sus pasos de baile.
Decidí que parte de las sesionas las íbamos a dedicar a traducir canciones, así que dejaba sus melodías sonando en un rincón de la sala. La música como medio de comunicación. La música surge antes que su técnica, su origen se encuentra en la reproducción y conjunción de los sonidos que al hombre le son SIGNIFICATIVOS. La música permite el contacto con la subjetividad, con las emociones y sentimientos. Es un canal hacia el propio interior. El latido de nuestro corazón, el trabajo de los pulmones, el abrir y cerrar de los ojos, el caminar, una sonrisa, etc.; Mientras bailamos todos los órganos trabajan con ritmo: nuestro cuerpo es ritmo. Necesitamos conocer nuestros ritmos internos y expresarlos al mundo exterior, consonando pensamientos y deseos.
Las letras de las canciones estaban relacionadas con la inmigración pero además, tenían un mensaje más íntimo que pensé podía llegar a tocar vuestra subjetividad.
Entre ellas, destaco algunos versos:
De Chambao (“Papeles Mojados”):
… el miedo que en sus ojos reflejan, la mar se echó a llorar…
…una bocanada de aire le da otra oportunidad…
De Manu Chao (“Clandestino”):
Solo voy con mi pena
sola va mi condena…
… mi vida va prohibida…
De Coti (“El inmigrante”):
No tengo más equipaje
que un montón de frustraciones…
… allá donde yo nací
se quedaron mis seres queridos…
… soy extranjero…
De Amistades Peligrosas (“Africanos en Madrid”):
… se marchó lejos de su casa con el corazón en rodaje…
… hoy de nuevo le vi pasar tenía los ojos alegres…
… alguien le dio noticias breves de su pueblo natal…
En aquella mesa redonda surgían las miradas. Poco a poco, ibais conectando con vuestro mundo interior, recorriendo de nuevo el trayecto para componer y recomponer vuestra salida. Momentos descritos desde la esperanza y la amargura, desde dolor de la separación, porque vuestro viaje podría significar desde “una raya en el mar” al encuentro con la arena de no se sabe qué playa o aterrizar en una país que da la espalda.
Fueron días de traducción, emoción y conversación. Entre los rayos del sol que se colaba a través de las ventanas, vuestras miradas se cruzaban y la música invadía el espacio creando una atmósfera que aún conservo como un leve recuerdo entre mis sentidos.
De ahí llegamos al psicodrama, de la palabra a la acción a través del juego. En esta ocasión, significamos el juego para la despedida.
Sefardine abre el discurso. Es el momento de la salida de su casa y dice estar despidiéndose de su mamá. Su papa no quiso despedirle. Mientras lo cuenta, entre sus tímidas palabras y en voz baja dice: “quizás no pudo”.
- “A mi madre no le importó que me fuera. Tiene otros hijos pequeños”.
Sin embargo, en la escena, a través del cambio de rol, pone otras palabras en boca de la madre:
- “Cuídate hijo, aunque me cuesta esta despedida, los sabios dicen que viajar es bueno y una inagotable fuente de aprendizaje. Vuelve. Vuelve cuando quieras, yo y toda tu familia, estaremos esperando. Perdona por el tiempo de tempestad, volverá la calma. Disfrutaremos juntos a tu llegada. Alá te acompañe”.
Sefardine eligió a Aliou para hacer el papel de madre. Los motivos de la elección:
- “Se parece a mi madre porque es muy sensible, habla poco y sonríe mucho a todos excepto a mí. Siento que no me acepta en el grupo, al igual que mi madre no me acepta en la familia”.
Aliou, en la escena te mostraste serio y poco complaciente. Cuando te preguntamos qué habías sentido, no querías hablar. Sin embargo, después de muchos meses, escribes una carta sincera a tu familia. En ella les dices que la vida en España no es tan fácil, que tienes serias dificultades para llevarte algo a la boca todos los días, que no tienes trabajo ni dinero. Les dices que no puedes ayudarles, pero también que les quieres y les echas de menos.
Poner palabras a aquello que estabas sintiendo te ayudó enormemente.
Gotto si jugó la escena de la despedida, donde entre llantos abrazó a su hermana. Al cambiar de rol y ponerse en el lugar de ella expresó:
“Ve tranquilo hermano, se que tu viaje será bueno. Aunque yo me quedo aquí, estarás siempre en mi pensamiento. Este es mi lugar y sé que llegarán cosas buenas para mí también. Cuidaré del tío y me cuidaré a mí. Perdónale, liberarte del rencor hará que seas un hombre feliz…”
Al volver a su lugar, al lugar de Gotto, dice que se siente tranquilo. Piensa que su hermana estará bien, que le estarán pasando cosas buenas, como a él.
Tuvimos alguna sesión más. Nos despedimos, pues yo también dejaba aquel lugar.
Siento que hubo un antes y un después de aquella experiencia grupal.
Sefardine volvió a su país, a Casablanca, su ciudad, para encontrarse con los suyos. Sin embargo, el encuentro sería ahora de otra manera.
Gotto siguió trabajando. Cuidaba a un señor encamado, dependiente grave. Se trataba de una pareja de ancianos, Josefa y Miguel, quienes le pagaban humildemente, pero cada día tenía su plato de comida caliente, ropa que le daban los hijos y la posibilidad de colaborar con el pago de alquiler en la casa donde vivíais ocho compañeros. Josefa vino en alguna ocasión al despacho. Le cogía las mejillas y le besaba diciendo:
“¡Es que lo quiero como a un hijo! Desde su llegada, puedo dormir cada noche porque sé lo bien que cuida de mi marido y el trato tan cariñoso que le da. También tiene la fuerza que a mí me falta para sus cuidados. Le quiero mucho”.
Esas palabras de amor quedaron grabadas en mí.
Pudimos crear una red con tus compatriotas. Ahora, muchos de ellos se dedican al cuidado de ancianos y tienen permiso de residencia y trabajo. Esto ha supuesto vuestra integración y tranquilidad. Ya se os acoge en todo el municipio.
Hace unos días pude ver “Intocable”, una película que relata una experiencia parecida a la de Gotto. Volví a imaginar las miradas en la noche entre Miguel y él, miradas que se cruzan en esa línea que de intersección entre la vida y la muerte.
Y tú, Aliou, viajaste a Milán, donde vive tu mejor amigo. Ya tienes 22 años. Me felicitas cada Navidad y me vas contando cómo te va la vida. Estas son algunas de tus últimas palabras:
“Tengo el permiso de residencia y trabajo. Estoy muy feliz. Estudio segundo curso de cocina. Vivo con una familia italiana: padre, madre y un hijo de 30 años. Me ayudan con los estudios y económicamente, aunque también trabajo por horas en un restaurante. Estoy contento con ellos porque me tratan como a su propio hijo. Tienen confianza y esperanza en mí, como también la tiene mi familia biológica. Hablo con ellos a menudo por teléfono o vía skype. Les extraño mucho, siento su anhelo, les quiero.”
“Tengo novia hace dos meses. Es italiana y tiene 18 años. Me gusta su carácter, su modo de vivir. Estoy enamorado. Es una chica alegre, con los pies en la tierra y responsable. Fantástica para mí.”
Lanzas un comentario en facebook:
NO PUEDO CAMBIAR EL PASADO, PERO PUEDO MEJORAR EL FUTURO.
Y yo respondo:
SI REESCRIBES TU PASADO, EL FUTURO LLEGA… DE OTRA MANERA
Tu respuesta:
SI TÚ LO DICES, LO INTENTARÉ
Ahora sabes que habías empezado a hacerlo. Se trata de seguir, de ir haciendo altos en el camino, de posibilitar el encuentro y el reencuentro.
El psicodrama fluye como ARTE desde el mundo interno del individuo.
No quiero olvidar decirte que, desde el momento de tu nacimiento, formas parte de este lugar, de este mundo que es tan tuyo como nuestro, aunque nos equivoquemos al escribir tu nombre.
Me despido entre la brisa de aquellos naranjos y suave azahar del mar.
Nota:
[1] Ponencia del Congreso Internacional de Intervención Psicosocial, Arte Social y Arteterapia; de la creatividad al vínculo social. Archena 2012.
[2] Trabajadora Social y miembro del aula de Psicodrama