
Por Paqui Alcaraz
Uno no puede perder aquello que no cree poseer, para liberarse de algo o de alguien, hay que sentirse atado previamente, aunque sea a nivel afectivo. En el “dolor” (tristeza, aflicción), hay siempre otra cara, la cara del placer, del goce, la indiferencia si se convierte en una situación mantenida. El significante duelo, proviene del latín “doleré”, tener dolorno garantiza “hacer el duelo”. Para “hacer el duelo”, hay que arriesgarse a perder el dolor.
Se destaca la importancia del DUELO ANTICIPADO, que nos permite poner palabras cuando por ejemplo, un padre aún no ha muerto. La angustia dificulta poner palabras.
DUELO BORRADO: Pueden ser no cumplidos por los sentimientos hostiles que los sustentan o por los sentimientos amorosos que los sexualizan. El remordimiento, la agresión, el odio, la culpa y el amor pueden inhibir el duelo. Nuestra tarea debe sostener su función de duelo, que es poder seguir hablando.
Hemos de pensar en el duelo como un PROCESO. En el proceso de “hacer un duelo”, hay que arriesgarse a perder el “dolor”. Aceptar la pérdida, equivale a poderse imaginar viviendo sin aquello que creíamos que nos completaba.
FREUD, en Duelo y Melancolía, apunta al trabajo del Duelo:
El objeto amado no existe y pide que la libido abandone todas sus relaciones con él. Ante esa demanda, hay una resistencia natural. Este mandato, precisa un gasto de tiempo y de energía psíquica. Durante este tiempo, continúa la existencia psíquica del objeto. Cada uno de los recuerdos y esperanzas que constituyen un punto de enlace con la líbido de objeto, es sucesivamente sobrecargado, realizándose en él la sustracción de la líbido. Esto supone que durante el proceso, la REALIDAD impone a cada uno de los recuerdos y esperanzas, que constituyen puntos de enlace de la líbido con el objeto. PONER PALABRAS A LOS RECUERDOS PARA ATRAVESARLO, implica De que vuelve a quedar el YO LIBRE y exento de toda inhibición.
En 1915, en De guerra y muerte, Freud alude a la Inmortalidad reconocida en el Inconsciente de cada uno de nosotros, inmortalidad como omnipotencia de la psique, rechazo a la castración, a la muerte.
LACAN conceptualiza tres registros de la realidad humana: lo simbólico, lo imaginario y lo real y que, en este caso, se ponen a obrar a la hora de transitar un duelo.
IMAGINARIO: el deseo incluye la angustia y señala que no hay angustia de muerte, la angustia es de vida: “(…) una angustia ante la vida, ante una vida que sería una vida deseante”. Tal como dirá Lacan, cuando el objeto- a cae, se genera un vacío identificatorio, donde aparece la angustia. En ocasiones, se perpetúa el lugar del objeto- a “cuya dinámica escapa a la conciencia del sujeto”. Enganche imaginario-culpa.
Lacan señala que el duelo corresponde no a la castración, sino a la privación, definida esta como un hueco en lo REAL, a diferencia de la castración que es un agujero en lo SIMBÓLICO. El boquete que produce el duelo atañe a lo real, al afecto, a lo que no es significante ni imagen, sino a aquello que surge de «las entrañas del cuerpo». Al tratar la cuestión del duelo, Lacan se ocupa no solo del objeto que pierde el sujeto, sino de qué pierde de él en esa pérdida.
La salida simbólica se realiza a través del goce para llegar a la desidentificación.
El efecto terapéutico del Psicodrama, es el resultado de un proceso de duelo, la aceptación de la pérdida y la liberación del deseo.
Paul Lemoine, refiere acerca del duelo como pilar que sostiene el andamiaje del psicodrama, ya que traemos a los sujetos que no están, objetos desaparecidos, otros tiempos, momentos, revivimos… El juego está revestido por un halo de duelo, de falta, de pérdida. Nuestro objetivo es intentar que se abra un hueco en la palabra que incluya al otro, para excavar en ese vacío que la palabra ha dejado. El sujeto y el objeto entran en juego, hay posibilidad de duelo.
Al realizar el duelo, se rompe la cadena. Para ello, se deja de ser UNO, hay un desprendimiento del objeto.
Enrique destaca la importancia del AFECTO. El afecto desbloqueado no es el final, lo que facilita el duelo es LA VERDAD. Una escena actual nos va llevar a una escena anterior que nos tiene bloqueados, pero es necesario jugar el aquí y ahora para que el afecto reprimido se vuelva a fijar a un significante nuevo, transformando el pasado en presente, dándole una nueva salida. Lo que permite la representación del acontecimiento es aquello que liga el afecto con los significantes, en ello consiste el mecanismo del duelo.
Es importante tener en cuenta el hecho de que “no se puede hacer el duelo de lo que no ha ocurrido”, si se representan escenas fabuladas, estamos reforzando lo imaginario en detrimento de la emergencia simbólica.
A través de la representación puntuamos el discurso que favorece el duelo.