Francisca García Ortuño[1]
RESUMEN: Utilizo el título de mi artículo en forma plural porque este trabajo habla de mí a través de dos grupos: el grupo de profesionales de la salud, en el que desarrollo diariamente mi ejercicio profesional como supervisora de enfermería, y al que, desde aquí, pido disculpas por haberme servido en mi práctica sin saberlo; el otro, mi grupo de psicodrama, sin el cual no habría sido posible todo esto. Ambos, grupos de humanos, y el último mencionado, sin duda y sobre todo, humano.
Lo desarrollado a continuación, sucedió de forma paralela en mi vida, a la vez que, transcurría la vida de ambos grupos. Vivencias que recogí a través del prisma del psicodrama, y a mi manera.
Enero
Comienzo el curso de psicodrama y una frase me llama la atención: “el psicodrama te ofrece la oportunidad de ser el protagonista de tu propia vida, en vez de ser un actor secundario”. Me encuentro representando en la sesión, a una madre anestesiada. ¿Por qué me empeño en hacer lo que yo reprocho que mi madre hace?
Devolución de Carmen: “en esta zapatería no hay zapatos de tu número para ti”. Me resultó muy significativa.
Tengo que empezar a buscar en otro sitio. Sólo crecemos en base a pérdidas. Empezar a ver el mundo de otra manera porque empiezo a situarme de otra manera, como protagonista; soy yo quien digo cómo tiene que ser, ya no el otro. Me quedo con esto, me atrae la idea ¿cómo voy a ser capaz de hacerlo?
Me doy cuenta que en este momento soy la ayudante de la supervisora de enfermería, el actor secundario ¿no? Y me siento anestesiada, porque no decido nada y discrepo con algunas decisiones de ella; aunque ahí sigo, a su lado, engañándome a mí misma. ¿Para qué sigo ahí? Algo empieza a molestarme. De algún modo, en mi interior, también algo me hace “tilín”.
Febrero
Mi supervisora me ha avisado quince días antes que dejará el puesto. Me ofrece un puesto con ella. La noticia me impacta. Su ausencia supone que me quedaré al mando mientras se decida su sustitución. Así, de golpe. No lo esperaba para nada. ¿Y ahora qué hago yo? Se suceden los quince días con un montón de dudas, de rencor hacia ella y de incertidumbre. Además, guardando el secreto, porque ella no va a decir a los trabajadores que se va hasta el último día; y así lo hace, en viernes. El mismo viernes que coincide con mi formación en psicodrama. El lunes ya estaré sola, sin ella. Tengo miedo a encontrarme sola frente al grupo sin saber quién soy para ellos. Ni para mí. Me siento desbordada, caos.
Este fin de semana el psicodrama me enseña algo importante: aceptar una pérdida supone aceptar algo que no puede ser, pero, posibilita aceptar que otras cosas sí pueden ser. En la representación de la escena, esta vez me encuentro con la ausencia, y además, con la oportunidad de jugarla, de otra manera. Una pregunta: ¿desde mi posición, cómo veo las demandas? Una respuesta: la manera de poner orden en el desorden es nombrar a las cosas por su nombre (sin rodeos, sin mentiras y sin esconderse). Para mí, esto supone atravesar uno de mis miedos.
Después del taller, esa misma semana en que quedo como supervisora suplente, solicito una entrevista con la dirección de enfermería. Expongo mis opiniones y mis demandas. Me ofrecen el puesto. ¡A mí! Tengo que decidir. Vuelve el miedo. ¿A qué? Sigo poniendo nombre a las cosas.
Marzo
Miedo a que se me vea, a coger la responsabilidad, a protagonizar mi vida. Sorprendentemente, acepto sin muchas dudas. Decido elegir quedarme, dejarme llevar, sentir. Confío también en que el grupo me ayudará, sin ser muy consciente todavía de que estaba empezando a confiar en mí. Pero me siento en medio, no puedo evitar pensar en cómo tomará mi decisión mi antigua supervisora.
La sucesión de escenas del taller de psicodrama en marzo, me ilustra con otras tantas respuestas: el empeño por ocupar un lugar que no es el tuyo o ver a través del otro, la dificultad de agarrar la propia responsabilidad y ver desde uno mismo. Un atasque en el grupo y la pregunta “¿a quién no aguanto yo?” derivada de mi lapsus. Si el otro no viene a colocar las cosas en orden, o las colocamos nosotros, o aprendemos a caminar con la angustia pasando, de la felicidad del ideal a la felicidad de la realidad. Con angustia, pero verdadera felicidad. Me doy cuenta que tengo el papel de poner las cosas en su sitio. Estoy construyendo un espacio mío y, en este acto de construcción, me “pegaré más de una”. No es posible esta construcción sin aceptar inicialmente mis propios deseos que, posteriormente, habrá que ir acotando. Si vas perdiendo imaginario, estás desmontando. Codificas algo nuevo con datos nuevos.
Me vienen sensaciones, lo que anteriormente sentía con mi supervisora, en qué lugar estaba yo, la decisión de coger el puesto, mi imaginario en todo esto y la convicción de que tengo que pasar a la acción.
Abril
Creatividad es comunicación. Lo más importante es lo emocional, ¿qué te ha hecho sentir? La creatividad está relacionada con la conexión entre el deseo y los límites (la falta). Cuaderno de escucha, atención flotante. Uno nunca está solo, todo depende de nosotros, tenemos recursos a nuestro alrededor para apoyarnos.
Siento un gran caos mental. Trabajarme lo emocional es lo único que me relaja. Pongo en marcha un cuaderno de escucha y, curiosamente este mes, dos personas diferentes se accidentan en el dedo corazón. Me centro un poquito más en intentar escuchar al grupo de trabajo, sus demandas continuas, su sentir. Curiosamente, también siento SU APOYO. Siento que estoy creciendo con ellos. Puede que esté asomando mi deseo.
Mayo
Quiero hacer algo con el grupo en mi lugar de trabajo, algo que no sé qué es. No sé qué quiero hacer y tampoco qué puedo hacer. Sin ser consciente de que en realidad, ya lo estoy haciendo. Tengo una sensación de exposición constante. Todo va a mí, todo lo vuelcan en mí. Este mes hago la reunión disponiendo las sillas en círculo, lo que provoca desconcierto y algunos comentan, entre risas, si es que vamos a hacer terapia de grupo. Sin duda, algo se ha movido. De hecho, en reuniones sucesivas, alguien deja libre una silla para mí, la de brazos; de algún modo, empiezan a reconocerme.
Hay dos frases de Bea que me emocionan profundamente: “intentar que las personas sufrieran lo menos posible dentro del sistema organizacional” (¡eso es justo lo que yo quiero!); y “no se puede dar rosas a los cerdos”. Me adivina el pensamiento y me da las respuestas. En el taller me doy cuenta de que puedo estar expuesta y a la vez, relajada.
Decido que voy a hacer mi trabajo sobre grupos pero, sin tener muy clara la manera. Elijo el libro de Mario Polanuer, “Grupos y humanos”.
Junio
Dice Mario Polanuer que existe paralelismo entre el desarrollo evolutivo del ser humano y el desarrollo del grupo.
El psicodrama pretende reducir el imaginario, pero hay que seguir limpiando el imaginario continuamente porque nunca va a desaparecer. Hay que quitarse el tópico de que un día llegaremos a la meta, esto nunca va a suceder. La única meta sería poder disfrutar lo que tenemos, mediante lo simbólico. Simbolizar, en definitiva, es renunciar a un goce que se alimenta del imaginario. Al simbolizar, el imaginario se esfuma.
El grupo se cohesiona a través de las diferencias entre sus miembros. Hay que querer al otro por las diferencias. El terapeuta debe destapar estas diferencias. La diferencia es lo que nos hace creativos.
Se me desmonta la idea de que las cosas se estabilizarían algún día. Es mentira. El imaginario nunca va a desaparecer. Somos un grupo y, a las circunstancias de infraestructura y organizacionales, que me doy cuenta de que nunca van a cesar, se añaden el imaginario grupal. Hay que estar limpiándolo constantemente. En este grupo de trabajo, las diferencias son importantes. Algunas están muy marcadas, turno fijo, turno rodado, personal antiguo, personal contratado…
Surgen ideas y posibilidades diferentes. Les digo que propongan opciones de cambio. Antes todo esto se tapaba, no se hacían reuniones, no se permitían las discusiones, las opiniones, en definitiva, las diferencias. En cierto modo, es cierto que el grupo está sufriendo un proceso de desarrollo, está evolucionando.
Julio
Destaco del taller importantes afirmaciones: esto es lo que hay y no va a venir otra cosa. Tengo que buscarme la vida. La normalidad es el mejor de los principios. Confío, porque es mi deseo, es lo que quiero.
Mes muy movido, empiezan las vacaciones. Recortes en las sustituciones, suspicacias, gente nueva, parece una vuelta a empezar. Aprendo que tengo que caminar con lo que hay, relajar mi exigencia, rescatar la normalidad y empezar desde ahí. Realmente no me he dado cuenta todavía de mi deseo.
Septiembre
Me cuestiono como supervisora, en torno a cómo lo estaré haciendo y a si mi idea de incluir en la supervisión, la rotación de los enfermeros (una semana conmigo de cada uno de ellos), será o no factible. Desde recursos humanos, desconfían totalmente y califican de locura mi decisión sin precedentes en el hospital. Me encuentro con una descripción reveladora para mí, de cómo debe ser un coordinador y de qué es la co-terapia.
Acerca del animador/coordinador:
- Nunca está donde se le espera, al igual que un buen coordinador. Yo casi nunca estoy sentada en el despacho, me gusta moverme por el servicio, meterme en todos los rincones, hablar con la gente, desayunar con ellos…
- Colocar al sujeto siempre ante su propia pregunta, nunca entrar a la comprensión y al entendimiento. Ante mi afán de solucionar las cosas, esta es otra posibilidad, y a veces la practico, aunque no confío en mí cuando lo hago. Además, tengo que ver qué me pasa a mí cuando no soluciono y devuelvo la “pelota”.
- El coordinador nunca va a hacer de su práctica una rutina porque eso conduce al aburrimiento y al fracaso. Hay que dejarse llevar y confiar en lo que uno está sintiendo, aunque no esté en los manuales. El coordinador se tiene que re-invertar y reinventar cada sesión. Recuerdo que, en una de las reuniones, se me olvidó el guión que me había preparado, así que, improvisé. ¡Salió bien!, diferente a lo que tenía planeado, pero bien. La rutina es lo que anteriormente había, monotonía un día tras otro, y malas caras…
- La única resistencia que hay es la del propio terapeuta. Coordinar es un arte donde no hay recetas; el coordinador dirige pero no controla. El control, trabajo duro para mí y mi carácter. Tengo que trabajar qué me pasa cuando tengo la sensación de que no controlo, el dejarme llevar, porque hay cosas en este entorno que no puedo ni debo controlar.
- Una de las riquezas de lo grupal son los matices que surgen a través de lo trivial, de lo inesperado, de lo tonto. Suelo fijarme en detalles que cohesionan al grupo o a algunos miembros en momentos concretos. El bizcocho que uno de ellos trae para el café, las frases, las palabras, los gestos…
- Dirigir es hacer no predecible lo inesperado, no intentar controlar lo incontrolable, porque faltan palabras para atrapar lo inatrapable. Dar rienda suelta a la confianza, confiar en mí.
- Actuará de distinta manera aquel coordinador que no soporta el misterio de a quien lo indecible o la paradoja le sirve como causa para seguir trabajando. Escuchar esto me anima mucho a seguir.
- El terapeuta nunca se debe colocar en el lugar del saber. Sólo puntuar. ¡Menos mal!, descubrir esto ha sido un gran alivio para mi exigencia.
- CO-TERAPIA: importante huir de la perfección, el ideal.
- Desde la diferencia nos podemos comunicar y eso supone asumir la imperfección.
- Es importante que el propio terapeuta consiga hacer añicos su narcisismo. Esto se consigue al trabajar en co-terapia.
- Ahí sientes que el otro también sabe y que tu palabra no es divina.
- La co-terapia viene a romper con ese lugar endiosado en el que a veces los terapeutas caemos.
Me sorprendo al darme cuenta de que hacer las rotaciones de los enfermeros por mi despacho, ¡se puede llamar co-terapia! Esto hace que confíe un poco más en mí y mi decisión de seguir con lo que tengo pensado. Me doy cuenta de que, escucho sus opiniones, desde su visión del trabajo y del mismo supervisado por mí. Entiendo la calificación de locura desde recursos humanos, porque trabajando en co-terapia el narcisismo no tiene lugar, y el lugar endiosado de la figura de la supervisora tampoco. ¿Quién será capaz de soportarlo? Ni siquiera yo sé si lo sería.
Algunas otras cosas enriquecen mi visión de la supervisión este mes.
- Ante la rigidez, reconducir. ¿Qué pasa cuando no se sigue el guión? ¿Reconducir es cosa de ellos?, ¿o mía?
- Ser madre supone distintas renuncias, sobre todo la de ser autosuficiente. Supone hacer las cosas, pero de otra manera. Una supervisora que tiene en cuenta a un enfermero/a ¿no es autosuficiente?, y ¿qué me pasa a mí con esto?
Descubro que intuitivamente, lo hice.
Intento controlar mi narcisismo. Me asusto al verlo. Pero asumo que tengo que reconocer lo que sí está funcionando y reconocer que es mi obra. Así que, intento disfrutar de esas cositas que veo que están saliendo bien. Me pongo un límite: no llevar trabajo a casa, lo cual me dice que se está gestando la conciencia de mi deseo. Pruebo a reconducir e introduzco finalmente la figura del ayudante de supervisión, de manera que cada uno de los enfermeros pasa cada semana por mi despacho para ayudarme y colaborar conmigo. Esto resulta ser un modo de co-terapia que me ayuda a mantenerme sobre la realidad del día a día. El trabajo de Lourdes sobre la madre me deja un interrogante sobre la falta y el lugar de los otros. Me pregunto acerca de mi falta.
En estos meses he releído hasta tres veces el libro de Mario Polanuer. Me fascina porque cada vez descubro algo nuevo.
Octubre
Creo que empiezo a entender. Me estoy encontrando con la falta, MI FALTA, y con cómo me manejo ante eso INSOPORTABLE (como señala Polanuer), LA NO OMNIPOTENCIA; ése es mi lugar y no otro. Y este es el beneficio secundario de no quedarme en mi lugar: NO ENCONTRARME CON MI FALTA. En este sentido, al tomar conciencia de mi falta y por tanto, de mi deseo, puedo tomar conciencia también de que YO QUIERO ESTE TRABAJO.
Hoy
Tras este recorrido concluyo:
- En el trabajo, soy la supervisora y tengo faltas.
- Como madre, no soy omnipotente, tengo faltas y puedo apoyarme en otros.
- En general tengo faltas y esto hace posible seguir mi
De mi experiencia en relación con el modelo teórico elegido (Polanuer), destaco:
- En mi trabajo diario nos movemos en el registro de las palabras,
- se da el establecimiento de pactos,
- la fuerza son los lazos sociales,
- existe la renuncia al goce inmediato mediante la postergación de la descarga pulsional en forma de sugerencias de trabajo diarias,
- en las reuniones, no se tapan las diferencias,
- la supervisora no está únicamente en la posición de saber,
- el lenguaje proporciona libertad.
Laboralmente, mi papel en el grupo se resume en:
- presencia,
- no empeñarme en seguir un guión y
- el establecimiento de un puesto de ayudante de supervisión rotatorio
- la aplicación de una frase que escuché una vez en mi practicum de psicología dirigida a usuarios con drogodependencias: trato con dulzura pero con firmeza y
- DARLES LA PALABRA, la posibilidad de expresarse (recuerdo aquí la canción de Manuel Carrasco “Habla”).
Puedo señalar algunos aspectos a mejorar, como son mi tendencia a dar explicaciones individuales para sentirme mejor, lo cual tiene que ver con mi narcisismo. También tengo la intuición de que algo falla en las reuniones; por ejemplo, empezamos a hacer las reuniones en círculo, pero esto supone mover todo el mobiliario, de manera que al final desistí. El ambiente es diferente. También debería instaurar sesiones de enfermería con el objetivo de que la gente participe activamente en los protocolos.
También puedo señalar algunos aspectos que percibo positivos: mi sensación de distensión en forma de desayunos y encuentros relajados, su expresión de opiniones cuando yo estoy presente en cualquier contexto, mejora de la comunicación entre ellos y conmigo. En general, la sensación de sentirme cómoda en el trabajo.
Se me ocurrió la idea de pedir la opinión a los enfermeros, como única manera de poder obtener de algún modo una medida de los resultados de mi recorrido hasta la fecha como responsable del servicio. Así pues los reuní y les pedí que, de manera voluntaria y de modo anónimo, me escribieran una palabra, sensación o emoción que les provocara la pregunta que yo les hacía y que era la siguiente: ¿Has notado algo, algún cambio en ti respecto de tu trabajo relacionado con el cambio de la figura de supervisión? Señala aspectos tanto positivos como negativos. También les informé de que las respuestas iban a formar parte de un trabajo que estaba realizando relacionado con grupos.
Dichas respuestas las mantuve cerradas hasta el día de la exposición de este trabajo, y fueron leídas por mis compañeros del grupo de psicodrama. Esto fue lo que escribieron:
- Más tranquilidad, mejor comunicación sin grandes cambios en el trabajo.
- Gran inteligencia para reducir conflictos antiguos y no favorecer nuevos.
- Siempre escucha (a veces más un fin que un medio).
- Sincera y transparente.
- Tiene las ideas claras.
- Favorece buen clima.
- Es paciente y razonable.
- Necesita más confianza en sí misma.
- Relajación.
- No engaño.
- Calma y explicación de las situaciones, tanto positivas como negativas.
- Hay que seguir luchando por el personal.
- Intentar equiparar o hacer entender a los compañeros que somos todos iguales, aún teniendo plaza.
- Enfrentarse a cada persona de tú a tú.
- Creación de un buen entorno de trabajo.
- Cualidades positivas, sabe LIDERAR: buena persona (esto implica TODO), sensible, comprensiva con los demás, cómplice, empática, reconoce su límite y capacidad, honesta, amiga y fiel compañera, asertiva, responsable, educada y respetuosa con los demás, con formación y voluntad, colaboradora.
Para finalizar, hay una canción que me sirve para expresar lo que he sentido realizando este trabajo, que es la canción de Vetusta Morla, “Tal vez lo que te hace grande”, cuya audición recomiendo a todo el que lea este trabajo y que regalo a mis compañeros en la exposición del mismo.
Por último dedico este trabajo a mi grupo de psicodrama, porque ellos son quienes a mí me hacen grande. Os quiero.
Notas:
[1] Enfermera, Criminóloga y Psicóloga. Formación en Gestalt (Infantil, Adolescentes y Adultos). Alumna Formación en Psicodrama.