Pablo Población[1]
RESUMEN:
Las vías para utilizar la pintura en psicoterapia son varias. La obra de cada autor mil veces repetida aunque en lo formal presente una gran variedad, deja siempre en ultimo termino un vacío primario, una desolación que persiste a través del tiempo. Esta desolación, este vacío encubierto en formas y colores, reclama, la presencia del otro, su ayuda, para lograr una completud a través del encuentro.
En los años 70 estaba trabajando en el hospital psiquiátrico de mujeres de Ciempozuelos. La dirección del hospital se había planteado una renovación de la estructura terapéutica. Se me asignó la tarea de introducir grupos terapéuticos, lo que realicé a través del psicodrama. De modo simultáneo, iniciamos diversos talleres ocupacionales, entre ellos el de arte psicopatológico. De la producción de este taller y sumándole distintas obras que se habían recogido a lo largo de los años, nació el museo de arte psicopatológico, del que también me hice cargo.
Siempre había estado muy interesado por las artes plásticas y el encuentro con las obras de este museo fue un impacto muy potente. Ahí estaba el alma de las pacientes, esperando solo que alguien penetrara en ellas para un encuentro más profundo.
Por estas mismas fechas me solicitaron una conferencia sobre arte psicopatológico, que apoyé en proyecciones de las obras tanto pictóricas como esculturales de este museo. En esta charla intenté comenzar a dar una nueva vida a dichas producciones, estableciendo la relación simbólica entre las mismas y el mundo interno de sus autoras. Asimismo comencé a pergeñar mis propias ideas sobre el sentido profundo de las mismas.
El arte psicopatológico se ha considerado dentro del campo del arte naif, de la creación ingenua, primitiva. Por supuesto, ya el hombre primitivo, al que situamos en finales del terciario y dentro del cuaternario, plasma en las paredes de sus cuevas todo lo que le importa en relación a su mundo personal.
Aquellos hombres, la mayoría de ellos ya sapiens, se dieron cuenta de que por estos medios podían comunicarse con sus semejantes y con los seres que habitaban otros mundos, los primeros dioses. Con sus semejantes podían intercambiar métodos de caza, estrategias que les habían sido útiles, pero también solicitaban a sus dioses ayuda y recursos para lo mismo.
Era también el origen de la magia sintética, homeopática: dibujar una caza exitosa era un camino para propiciar una caza real (cita de Antropólogo).
Estas finalidades utilitarias no impiden que lo plasmado en las paredes de estas cuevas ofrezca a veces una profunda belleza.
Si saltamos de la Prehistoria a la Historia, a aquellos sucesos que podemos apoyar con otros datos más fidedignos, pasamos a las primitivas culturas de Oriente Medio, y posteriormente a las clásicas de Grecia y Roma. A partir de este punto, la pintura sin dejar de tener los contenidos que ya asomaban las producciones de los hombres prehistóricos agregan un deseo suntuario. Sirven para adornar los templos y las viviendas y, desde luego como vía de vanidad y presunción, de poder.
Pero aquí asoma ya la figura del artista, no solo de su obra.
Los nuevos contextos sociales culturales, religiosos y políticos en los que se mueve el arte marcan, por tanto, nuevos caminos en el mismo. Y, sin duda, el artista se ve compelido a multiplicar no solo sus formas de expresión sino la dirección y el sentido del mismo. Ahora ya pinta también para su propio placer, para la satisfacción de su creatividad, naciendo el orgullo de la obra realizada, la cual se incrementa porque recibe la valoración del entorno y unos honorarios que no existían en los tiempos primitivos.
Con una configuración similar a lo dicho llegamos al punto que aquí interesa, que es lo que ha dado en llamar el arte psicopatológico y el uso del arte como tratamiento.
En toda obra de creación espontanea, de modo mucho más evidente que en la pintura comercial, podemos descubrir los contenidos profundos en que el creador intenta realizarse y comunicarse:
– En primer plano está la comunicación consigo mismo, un verse consciente, inconsciente, reflejado en la realización plástica. En toda obra creativa está en primer plano el autor.
– Una búsqueda de encuentro y reconstrucción de su identidad. La pintura es un retorno casi siempre en círculos cerrados, en infinito u ouroboro, que repite las heridas y lesiones emocionales sin lograr cerrar ni cicatrizar las mismas, ya que para ello se precisa otro, un espejo, que devuelve la imagen ya enriquecida por el hecho de la presencia de esa otra existencia, de ese otro ser, el tú que nos confirma en nuestra identidad.
– Exista o no otro observador, el autor demanda el juicio y, bajo él, la ayuda para estas heridas que acabamos de decir. Si la presencia de este público no es solo virtual sino real, se establece una relación dialógica, a veces silenciosa de palabra, pero siempre rica en comunicación. Esta comunicación moviliza las emociones de ambos puntos del dialogo pero no siempre ayuda a “rematrizar” los conflictos del creador.
– La obra de cada autor mil veces repetida aunque en lo formal presente una gran variedad, deja siempre en ultimo termino un vacío primario, una desolación que persiste a través del tiempo.
Esta desolación, este vacío encubierto en formas y colores, reclama, como la pintura de Munch del Grito, la presencia del otro, su ayuda, para lograr una completud a través del encuentro.
Cuando respondemos a esta llamada tomando el rol demando creamos una situación en la cual la obra es depositaria de una posibilidad de recreación de su contenido y una vía para la comprensión del creador y para la reconstrucción de su identidad perdida.
Las vías para utilizar la pintura en psicoterapia son varias.
– Toda obra es preciso contemplarla en su totalidad. Aunque pueda parecer disgregada, sin sentido de globalidad, siempre se trata de un mensaje unitario. De todos modos, podemos realizar un análisis de las distintas parcelas que componen esta totalidad.
Una vía para ello es trazar una línea imaginaria horizontal aproximadamente a media altura del dibujo y otra línea imaginaria vertical también a la mitad. En general, lo que aparece bajo la línea horizontal remite al submundo, a aspectos del inconsciente que se expresan de modo simbólico. La parte superior se conecta más con lo real consciente. Los contenidos en la parte izquierda del dibujo suelen expresar los contenidos reprimidos temidos, rechazados, mientras que los de la derecha aparecen como representantes de lo deseado, fantaseado, y de modo general, admitido.
No considero este tipo de análisis del dibujo una vía de utilidad terapéutica ya que la presentación y la explicación de la misma al sujeto le remiten a una toma de conciencia racional que no es la más deseable para el proceso terapéutico.
Siguiendo las reglas que describo en los puntos sucesivos se puede practicar la observación, la dramatización, pero también desde las hipótesis que surgen en el terapeuta desde la apreciación de lo que acabo de describir pueden sugerirse dramatizaciones parciales de los contenidos de cada uno de los cuadrantes. Una posterior composición con la unión de las piezas de este puzle puede ayudar al sujeto a tomar contacto emocionalmente con la estructura relacional de su mundo consciente e inconsciente.
– La contemplación es próxima a la propuesta de Jung para tomar contacto con los arquetipos presentes. Sugiero detenerse en la contemplación de la propia obra, eludiendo el análisis racional y centrándose en admitir que aquello que el sujeto ha plasmado en el exterior, pertenece y permanece en su interior, aceptando asumir ese hecho y pudiendo expresar sensaciones, emociones y sentimientos que produce la contemplación.
– Expresión de las fantasías que provoca la propia creación y la aparición de nuevas imágenes y escenas.
– Dramatización del contenido plasmado en la pintura. Aunque no se trate de una escena sino de un dibujo abstracto.
En la mayor parte de los casos, se conjugan estas tres últimas vías de aprovechamiento técnico de la pintura.
ASPECTOS TÉCNICOS:
– Material:
Puede utilizarse cualquier tipo de pintura, acuarela, pintura de dedos, lápices de colores, etc. Pero yo prefiero, por razones prácticas, las ceras de colores acompañadas de rotuladores. Papel de modo habitual en formato folio din-A4, y en el caso de la pintura grupal, cartulina en las medidas habituales de las papelerías.
– Técnicas concretas
Las técnicas que describo a continuación pueden utilizarse en psicodrama diádico pero también la mayoría de ellas pueden ser aplicadas dentro de un grupo. Sea el protagonista surgido en el grupo o la totalidad del mismo.
Como técnica específicamente grupal es la de pintura grupal. En un pliego de cartulina todos pueden colaborar a hacer un dibujo sin ninguna regla o, mejor dicho, la sola regla del todo vale o, también, siguiendo una propuesta concreta sobre cualquier tema. El conjunto del dibujo remite a la latencia grupal, pero también lo que aporta cada uno de los miembros del grupo, es expresión del modo específico en que este se integra en el grupo, desde su propia latencia personal.
En el grupo se puede proponer que cada uno realice un dibujo individual sobre el tema manifiesto surgido en el discurso grupal, por ejemplo, la madre interna, el niño herido, etc. También dibujo libre de cada uno.
Reproduzco aquí las técnicas descritas en mi libro “Manual de Psicodrama diádico”:
– Como caldeamiento propongo varias posibilidades: una serie de tres viñetas en que dibujen, aunque sea del modo más elemental, una historia que tenga que ver con el previo discurso de inicio o “lo primero que se le ocurra” cuando el sujeto dice no saber de qué hablar.
– Otra opción es dibujarle un círculo que ocupe todo el folio y marcar la siguiente consigna: “esto es su mente, dibuje, como quiera, lo que tiene dentro, o lo que le inquieta o sus problemas o sus dificultades”.
– Otras posibilidades son el dibujo de sí mismo, dibujo del verdadero yo y del personaje con que se mueve en su entorno, el dibujo de la familia, el dibujo libre, y cualquier otra posibilidad que surja como ocurrencia espontánea del momento. Pueden ser sus fantasmas internos, o sus personajes, en el sentido que doy a este término en este libro, su niño herido, la madre interna, el padre interno, viñetas, sueños, etc.
La primera indicación, una vez realizado el dibujo, es que el sujeto lo contemple intentando no analizarlo, no interpretarlo, dejándose sentir de un modo ingenuo que “eso es parte de él”, admitiéndolo y aceptándolo como un contenido interno, le guste o le disguste. A veces interesa prescindir aquí de intervenir terapéuticamente sin intentar ir más allá, pero en otras ocasiones puede ser útil proceder a dramatizar el material aparecido.
La mayor parte de lo escrito y descrito en relación a la pintura, como representación plana, en dos dimensiones, puede ampliarse de modo similar, con pequeñas diferencias, a otros modos de expresión plástica como el collage, el uso de plastilina y/o arcilla, y aun también, a cualquier otra técnica de expresión artística, como el bordado, construcción de juguetes y muñecas, etc.
[1] Doctor en Medicina: director psicodramático. Fundador y director del instituto de grupo y psicodrama.