La silla descolorada.
Merche Parra.
Resumen:
A través de la viñeta de una escena en un grupo de formación en Psicodrama freudiano, daremos cuenta de cómo la identificación se juega a través de un sueño, atendiendo así a dos conceptos y experiencias de relevante importante en nuestra práctica; por un lado, el sueño, base troncal del psicoanálisis y por otro, la identificación, a la que daremos un protagonismo especial en esta ocasión.
La silla. ¿Colocada o des colocada?
Marga, una alumna de la formación en Psicodrama Freudiano trae un sueño al grupo. Es su tercer año de formación y apenas quedan unos pocos meses para concluir el camino formativo con este grupo. De esta manera, una compañera habla incluyendo en su discurso la palabra “incómoda”, palabra que es escuchada y recogida por Marga que, partir de este significante comenzará a hablar; “incómoda, incomodar, incomodez….” Y así y declinando la palabra, la narración del sueño tiene lugar.
Es un sueño tenido hace unos meses, antes del verano, pero que ha seguido presente y cobrado mayor relevancia para Marga pues uno de los personajes que aparecen en el, ha muerto durante el verano. Esto ha causado cierto impacto en ella pues se trataba del profesor de otra formación que realizó hace años y con quién tuvo una intensa transferencia. Podemos preguntarnos qué ha movilizado en Marga la muerte de este maestro para llevar al grupo el sueño en este momento. Este relato tiene lugar cuando hay otra muerte cercana; un final inminente: el de una formación de una duración de años y que instruye a terapeutas para el trabajo grupal con psicodrama freudiano. No olvidemos, que el final de algo, viene, por definición a contarnos sobre el inicio de algo otro.
En el sueño, además de Marga y el profesor fallecido, aparece uno de los profesores de la actual formación que cursa Marga y que, ese día, es uno de los co-terapeutas que lleva el grupo y que además, en esa sesión, tendrá la función de animador. Así y a partir de eso que “incomoda” a la paciente se produce el relato del sueño:
“Estamos en un teatro. Yo estoy sentada frente al escenario junto con mi anterior profesor, que murió este verano. Tú (al animador) te acercas a él y comentáis sobre lo que se va a representar. No sé qué estáis diciendo exactamente pero yo estoy sentada junto a vosotros, mirando el escenario y como un poco sorprendida de estar ahí, con vosotros. Estáis intercambiando opiniones sobre lo que se va a representar, sobre la obra y los actores.”
Marga es invitada a representar el sueño y coge sillas para situar la escena. Es justo aquí y en lo referente a la colocación de estas sillas cuando es interrogada por un lapsus que tiene en cuanto a la colocación; lapsus, que ahora veremos, nos contará sobre la identificación a un lugar deseado que en el sueño, escapa a la censura, la cual reaparece en la representación dando muestras de eso “incómodo” de lo que hablaba Marga y que lo espontáneo de la representación deja al descubierto. Y es que, aunque en un inicio Marga coloca las sillas frente al grupo, paralelas a las sillas de los terapeutas que ese día observan y dinamizan, rápidamente las cambia y les da la vuelta, de manera que quedan frente a los terapeutas y no paralelas, no junto a las de ellos. Esta “colocación” que en lo inconsciente que el sueño muestra si es posible para la alumna, es censurada por ella misma al montar la escena. Podemos decir que esta colocación que el inconsciente da por obvia, es des colocada por la alumna al montar la escena de su sueño. Sin embargo, el animador señala e interroga por este cambio, por esta descolocación de un lugar; interrogación y cuestionamiento que sorprende a la alumna y la lleva a incomodarse frente a la evidencia de la representación: “No sé porqué las he cambiado porque en el sueño yo miraba al escenario”. Entonces, ¿cómo estaban las sillas? Se le pregunta a Marga. Y la alumna vuelve a cambiarlas y a colocarlas tal y como su sueño le contaba: frente a los pacientes, junto a los terapeutas. Y el animador, entonces, le da la bienvenida a un lugar en donde, como en su sueño, ya tiene su propia silla, un lugar junto a sus, ahora, también compañeros y que son representantes identificados a un lugar anhelado desde el inconsciente e inaccesible desde lo consciente: el lugar del terapeuta.
Hace poco escuchaba a alguien decir que había acudido a análisis cuando las identificaciones que habían comandado su vida dejaron de ser operativas. En este caso, podríamos decir que las transferencias con dos maestros llevan a Marga a identificarse a un lugar deseado: el lugar del terapeuta, un lugar junto a ellos y ya no solo “frente a ellos” como alumna o paciente. Aquí las identificaciones que “comandan” son, precisamente, las que dan opción y salida para que sigua cursando el deseo.
Los Lemoine (1972) en su Teoría del Psicodrama, nos dicen que el Psicodrama es el lugar de las Identificaciones y añaden que las transferencias que cada miembro del grupo puede realizar sobre los terapeutas, sobre el grupo como tal o sobre uno u otro miembro desempeñan su papel esencial. Pero la identificación es el motor de la vida del grupo; el trabajo identificatorio es el que dinamiza y organiza al grupo.
Si tenemos presente que en el inconsciente, como dirán los Lemoine, el sujeto no se ve, será sencillo entender de la importancia de este proceso de identificación en donde el sujeto, sin verse, se deja ver. Este dejarse ver cobra especial impacto en la representación, en donde un lapsus, un olvido o una confusión, como hemos visto en el caso de Marga, permiten que sea también el propio sujeto el que haga un tanto consciente lo inconsciente; que vea allá donde no se ve.
En este caso, y teniendo en cuenta por un lado, que el sueño es tomado como “el camino real del inconsciente” y por otro que hablamos de una identificación a un lugar “no cualquiera” pues hablamos del deseo del lugar del terapeuta psicodramatista en un grupo de formación de terapeutas psicodramatistas, podemos decir, tomando como referencia de nuevo a los Lemoine, que el sueño, llegado el caso, se lo debe entender como un pasaje al acto. Tal vez, el acto de contar el sueño venga a representar el paso a otro lugar del sujeto: tal vez venga a representar que el momento del terapeuta en Marga ha llegado…aunque se resista des colocando las sillas. Aquí, como es fácil deducir, el objeto identificatorio es la silla, representante de un lugar cuya des-colocación en la escena mostrará el deseo y la censura de Marga y que concluirá en este caso, con una bienvenida que le dedica el animador; una bienvenida al otro lado, el lado del terapeuta. Y es que, Marga, tras des colocar, volvió la silla al lugar que su sueño le mostraba y se colocó así… y además, según diría después, con una cierta comodidad allá donde se colocaba lo incómodo.
Bibliografía:
Lemoine, P. & Lemoine, G. (1996). Teoría del Psicodrama. Editorial Gedisa. Barcelona. España.
Lemoine, p. & Lemoine, G. (1997). Jugar-gozar. Editorial Gedisa. Barcelona. España