La identificación en psicodrama.
Por Manuel Moreno Pereira
“…y empecemos de nuevo,
con paciencia, observando a las cosas
hasta hallar la menuda diferencia que las separa
de su entidad de ayer y que define
el transcurso del tiempo y su eficacia.”
(Angel Gonzalez. “Antología poética”)
La palabra identificación, según “la-lengua madre” de la que procede, que no es otra que la de nuestros ancestros, el latín, es la suma de dos partículas: el sustantivo identitas, que es sinónimo de “identidad”, que a su vez viene de “idem” que viene a significar “lo mismo”. Y el verbo facere, que puede traducirse como “hacer”. Sería algo así como “hacer lo mismo”.
Pero ¿Hacer lo mismo que quien?, ¿Que es eso mismo que hago?,¿Para qué hacer lo de otro?. Estos son interrogantes que se ponen en juego en cada sesión de psicodrama y a los que el sujeto que participa en el grupo, se va respondiendo a si mismo mediante la representación de escenas de su experiencia vital. En esta respuesta están implicados los otros, miembros del grupo, que a traves de los roles a representar que le adjudica el que protagoniza la escena, se convierten en un “alter-ego”, denominados yo-auxiliares, que van actuando, “facere”, rasgos, palabras, gestos, en los que a modo de espejo el sujeto-protagonista cree reconocer-se, aunque en algunas ocasiones no se reconce, NO es lo mismo, “idem”, de siempre, y de esto se trata en psicodrama.
Lacan nos va a hablar de esto en su elaboración del Estadio del Espejo, teoria con la que nos introduce en cómo el sujeto se construye a partir de verse en una mirada-espejo en la que él se mira. Se trata de un momento “inaugural” en el que lenguaje, cuerpo e imagen se anudan para construir una unidad primigenia a la que empieza a nombrarse como “un Yo”. Hasta este momento solo existien fragmentos inconexos a los que el sujeto infantil va atendiendo y adheriéndose. La mirada de la madre, unida a sus palabras y a su corporalidad, en la total dependencia del sujeto-infante, son el elemento unificador que da la imagen en la que el niño, situado frente a un espejo se mira y se ve: “asi como tu me miras soy yo”.
Es por esto que Lacán nos va a decir que en el mismo sitio donde el sujeto se constiutuye este se aliena a si mismo. “El Yo es otro”, es decir que la imagen que el niño asume como propia, constituye una unidad ilusoria porque proviene de Otro, es función del deseo de la madre, en cuyos ojos se refleja. Es el deseo materno el que empuja al niño a no solo hacer, sino ser lo mismo que el Otro desea, objeto de su deseo.
Esta matriz simbólica primordial será el estrato fundamental, identificación primaria, sobre el que se iran superponiendo las identificaciones posteriores o secundarias. En las que las figuras parentales serán después el Ideal a encarnar (tomar forma en un cuerpo), despues de ciertas renuncias que el atravesamiento del edipo impone. Cuando el sujeto no puede poseer al otro se identifica con él/ella. Freud dirá: “identificarse es querer ser como aquel que no se puede poseer”. Este objeto, al que no podemos poseer, tomara rasgo que quedara adherido en las futuras elecciones o identificaciones de objeto. De modo que el hacer como el Otro, y el ser como el Otro seran la misma cosa.
Tal como señalan los Lemoine, es en el grupo psicodramatico donde examinamos nuevamente lo que decía Lacan en relación con el Estadio del Espejo, acentuando el hecho de que, en el momento en que el niño constituye a la mirada de la madre como ideal, se pierde como ser de deseo. El estadio del espejo representa un momento de “falsa seguridad” necesario para constituirse como sujeto, pero que luego debe ser superado para no quedar atrapado en esa “falsa seguridad”. En el Psicodrama, el espejo va a ser destrozado por las miradas de los otros que transforman todos los fragmentos significantes que alcanzan en rasgos de discurso propio que relanzaran el deseo del sujeto.
Por eso la mirada es uno de los pilares fundamentales en psicodrama, tal como señala Pacho Odonell. A través de ella, igual que un sujeto fue construido en su fase más temprana, ahora este va a ser de-construido a través de otra mirada: la mirada del grupo (observador, animador y compañeros del grupo). En el Psicodrama la mirada esta presente desde el principio y puede ser, además -dicen los Lemoine- que, bajo esa mirada del grupo, no me reconozca. Mirada que no es sin palabras, a través del hablar del grupo, de las elecciones de los partenaire en la escena, de la representación en la que sucede algo que nos sorprende. Ocurre que surgen nuevos significantes desde los que el sujeto es nombrado. “No me reconozco donde creía”, lo que hace que el sujeto se interrogue: ¿Quien soy yo?, ¿Porque estoy haciendo siempre lo mismo?,¿Que quiere el otro de mi?. Y sobre todo ¿Que quiero hacer o ser yo?, con los nuevos significantes el deseo se desentapona, despegándose de los significantes amo que nos han dirigido hasta ahora.
En una sesión de psicodrama Luis, manifiesta su queja ante el padre del que dice no haberse sentido querido, su preferido no era el, sino su hermano mayor. Y habla del hartazgo con sus hermanos, con los que hace continuos esfuerzos para ayudarles en sus problemas. El se presenta a si mismo como el que se hace util, ayuda y aporta soluciones.
Representa la escena de una comida con algunas de sus hermanas y cuñados. En la escena, en la cual el inconsciente se manifiesta, el preside la reunión. Como un padre, se sienta a la cabecera de la mesa, para ello coge la silla del animador, equivoco no intencionado conscientemente. Antes de empezar la representación se da cuenta de un olvido, no saca a escena a un cuñado que suele ser el que, curiosamente, se interesa por el, le pregunta por su persona ,lo trata y lo mira, según sus palabras: “como uno más de los hermanos”. Representando la escena, en el lugar del que preside, se siente crispado, tenso, rabioso. En el cambio de rol, en el lugar de su cuñado, el que lo ve como un hermano, se siente uno más hablando de si como persona, explorando otros modos de hacer y de ser, ya no idénticos a Otro.
Luego dirá que la relación con sus hermanos tiene que pasar por un cambio de lugar, el observador le va a señalar: “el lugar de los hermanos, es ser uno más entre iguales”. El protagonista de la escena relatada, se presenta ante el grupo con un “hacer lo mismo” que no es suyo, sino del padre, su objeto amado. Identificaciones imaginarias que son el “armazón” que sostiene al sujeto y al mismo tiempo limita sus movimientos.
En psicodrama con las elecciones de los yo-auxiliares y los cambios de roles que dan forma a la escena, afloran las imágenes que sostienen las identificaciones. Una mirada, un gesto, una palabra, un tono de voz… El yo solo se identifica con las imágenes en las cuales se reconoce, con “imágenes preñadas”, llenas de sentido vital, de latido pulsional. La parte imaginaria del compañero/a de grupo que atrae la percepción del yo y lo aliena no es, al decir de Lacán, la forma humana en general sino todo aquello de la imagen que está connotado como sexual. Y permite volver sobre si mismo y confirmar su naturaleza imaginaria. Imagen donde no hay fisuras, solo completud, quedando el sujeto pegado/alienado a la imagen con la que se identifica.
Aqui se inscribe la tarea del psicodrama. Abrir fisuras en lo que constituye con palabras de Freud una identificación regresiva, en la que el Yo, para encontrarse, regresa una y otra vez a la búsqueda del objeto con el que había constituido una totalidad indiferenciada. El juego psicodramático nos muestra que el proceso de construcción del yo sigue abierto, no ha quedado cerrado. Como Luis el protagonista de nuestra viñeta, que a traves de la representación de su escena siente que es posible jugar otros papeles en su vida, quizá menos “pregnantes” o cargados de goce, pero sin necesidad de morir o desaparecer en el intento.
Abrir a una identificación progresiva o simbólica , en la que el sujeto siga implicado en una búsqueda del Si mismo, a través de rasgos que le puedan servir de guía, pero en los cuales no queda disuelto. Los Lemoine, en “Teoría del Psicodrama”, nos señalan que: “la verdadera identificación progresiva, supone un sujeto más sólido que puede adoptar un rol sin confundirse con él; que puede aceptar o rechazar un rol porque no tiene ningún vacío que llenar de sí mismo”.
Bibliografía.
- Freud, S. Nuevas lecciones Introductorias de psicoanálisis. Lección XXXI. Ed Biblioteca nueva. 3ª Edición Mayo. Madrid. 2006.
- Lacan, J.J. El estadio del Espejo como formador de la función del yo (je) tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica. Escritos Tomo I. Ed Biblioteca Nueva. Madrid. 2013
- Lemoine, G. y P. Teoría del Psicodrama. Ed Gedisa. Barcelona. 1996.
- Massip, R. Identificación y Psicodrama. Cuadernos de Psicodrama nº 5. Abril-Junio 1985.
- Nasio, JD. El Concepto de Identificación. Enseñanza de 7 Conceptos Cruciales de Psicoanálisis. Ed Gedisa. Barcelona. 1996.