Sandra Milena
RESUMEN: Sandra nos habla de la poesía del psicodrama, como si este fuera una composición hecha a base de retazos de nuestros recuerdos que se plasman, recuerdos que recogemos de los cuerpos de los otros para, finalmente, no obtener más que nuestra propia imagen reflejada.
Una breve introducción…
Durante la lectura de este texto es posible que el lector llegue a un punto en donde sienta que dentro del mismo hay un salto en el tiempo, como si hubiera dos textos en un mismo ensayo. Pues bien, efectivamente esto es lo que sucede ya que en este texto de lo que se trata es de mostrar dos maneras distintas de decir lo mismo. Es así como al igual que en un psicodrama hare uso de una escena, o de un cuento corto. Finalmente, la totalidad de este ensayo es efecto de mi experiencia como psicodramatizante, de las perspectivas que se abren gracias a un proceso en donde se dispone al cuerpo en acto.
Hablemos entonces del título inicial de este ensayo: el psicodrama como una apuesta por el significante, más allá de la palabra. Cuando repito estas palabras me pregunto, ¿en qué estaba pensando cuando mencione significante y palabra? Woody Allen dice, “(…) el mejor estadio de una idea es cuando está en la cabeza”. Yo digo que lo bueno de las ideas es que cuando están en la cabeza no tienen forma concreta, que son como un montón de elementos por ahí flotando en un espacio sin tiempo y sin límites, y que es precisamente esto lo que nos posibilita jugar con ellas, amasarlas, pasarlas de un extremo a otro, devaluarlas, darles importancia, sumarles, restarles, transformarlas, etcétera.
Pues bien, este ensayo parte de una idea en relación a una experiencia, y por tanto mi propósito no es el de exponerles conceptos, sino el de exponerles una forma de materialidad de una idea. Por tanto este ensayo es ahora titulado: en psicodrama nos miramos en el otro que nos hace de espejo.
Pero, ¿Qué es eso de la materialidad de una idea? Para esto hare uso de unos ejemplos muy sencillos: los edificios, los celulares, hasta esta universidad, son materialidades de ideas, ya que en su primer momento fueron imaginadas, ideadas. En consiguiente, la materia es aquello que nos posibilita hacer que una idea aparezca en la realidad, re-crearla, esculpirla, darle forma, elaborarla o representarla; la materialidad es un acto. Como diría un paciente psicótico, que cito aquí por la relación tan interesante que tiene esta estructura con lo imaginario pero sobre todo con lo real, “elija usted la palabra que más le parezca y que le ayude a comprenderlo.”
Para Andrés Herrera, psicoanalista, psicodramatista, maestro y amigo, con quien me he formado por un poco más de tres años, existen 4 componentes que hacen parte de la experiencia psicodramática: la poética, la lúdica, la elaboración y lo formativo. Siendo estos 4 elementos componentes del psicodrama, aquí hare un especial énfasis en la poética, ya que mientras escribo este ensayo, puedo darme cuenta, funda mí relación y el deseo por el psicodrama.
Freud, en su texto “el creador literario y el fantaseo”, tenía la idea de que el poeta introduce partes de su yo, de aquello que no le es posible actuar en la realidad, en sus obras literarias. En el sentido de este ensayo, me atrevo a decir, que el poeta utiliza las letras y la escritura para materializarse, hacer realidad aquello que no le es posible en la cultura, o por sus propias inhibiciones.
En psicodrama, al igual que el poeta, materializamos nuestras ideas, nuestros imaginarios en un escenario en donde hacemos una composición, pero no en el sentido de hacer que algo parezca bien , sino más bien como un músico que hace uso del sonido y el silencio para realizar una bella melodía. Componemos disponiendo de los cuerpos de los otros para recrear nuestros recuerdos; de sus tonos de voz, sus gestos, sus olores, sus colores de piel, de su presencia que finalmente nos devuelve nuestra propia imagen. Aprendemos entonces a componer recordando, más aún, recordamos como componer y en consecuencia como crear.
Pero lo anterior no se limita al espacio psicodramático, comienza a ser parte de la vida misma. El psicodrama, al ofrecernos alternativas de materialidad, nos permite explorar, encontrarnos a partir del uso de formas de la realidad que olvidamos que existían, y entonces podemos inventarnos en realidad. Alguna vez escuche a Deleuze en su conferencia sobre ¿Qué es el acto de creación? Decir algo que me pareció muy bello: “con las ideas no se trata de saber si son verdaderas o falsas, se trata de si son interesantes, importantes o hermosas”. Pienso que la poética está vinculada a la intención estética, a lo humanamente bello, a la capacidad de crear.
Pero como he mencionado antes, para que la creación sea posible es necesario que encontremos un medio, un canal, una materia o una forma del mundo externo que nos permita la satisfacción de sentirnos nosotros mismos. Por tanto, una poética en el acto, en la acción, en el verbo, en el hacer. Es así como este ensayo representa, por medio de la fotografía y la escritura, un intento de materializar una idea, la cual comenzó así:
Todo está oscuro, de repente se dejan ver formas y figuras que en un instante la conciencia parece no reconocer. Entra una luz por dos orificios, orificios que cada vez parecen más grandes… ¿O será la luz cada vez más fuerte? No, es él que se está despertando; el calor que le dan las cobijas (mantas) aún lo siente en el cuerpo, pero sus pies se encuentran fríos, helados. Una sensación de tristeza o quizás de nostalgia invade a nuestro personaje; luego mira a su alrededor y se da cuenta que se encuentra en el viejo cuarto oscuro de siempre.
Él es un personaje que hace un buen tiempo renunció a mirarse en un espejo. En su apartamento no existe objeto alguno que pueda notificarle del reflejo de su imagen. Sólo tiene una idea de sí mismo porque los demás, a los que él puede ver y reconocer, le han dicho o le dicen cómo es. Dicen de él que a veces le ven gordo, otras que ha perdido un poco de peso y otras veces las dos cosas en el mismo día. Un día, en el que él había llorado mucho, alguien lo miró y le dijo que con la cara que traía se notaba que se había echado un buen sueño, y como ese alguien casi siempre lo veía así, podría decir entonces que a él le gustaba dormir hasta tarde. Según otro alguien, él tiene los párpados de sus ojos inflamados, además de que su rostro siempre tiene bolsitas de color negro por debajo de sus ojos, algo así como ojeras; parece que a él le gusta quedarse despierto hasta altas horas de la noche.
Como hace mucho que él no se ve, le gusta escuchar muy atentamente lo que otros dicen de él. “Hoy estas muy bonito”, le dicen, y entonces él, pensando en lo que a él le parece bonito del mundo, se hace una idea de cómo puede estar. Es que a él le agrada observar las cosas de la naturaleza, de sus alrededores. De todo hay ciertas cosas que le parecen maravillosas, otras no tanto y, en esa sensación de maravillosidad, para él se encuentra lo bello, lo horrible, lo bonito, lo feo, lo agradable, lo desagradable, etc. Por ejemplo, a él le encanta cuando la luz del sol con forma de rayos entra por las ventanas de su casa; esto lo hipnotiza, se queda observándolo con detenimiento para poder notar las partículas de polvo que se dejan ver cuando los rayos amarillos semitransparentes se abren paso sobre ellos. En realidad, lo que más le maravilla, es poder ver las partículas de polvo blancas flotando en el aire como constelaciones de estrellas. Entonces, cuando alguien le dice a él que está bonito, se imagina a sí mismo como una partícula de polvo flotando que de repente ha sido bañada con la luz del sol; en ese momento se sonríe.
De las cosas que no le maravillan tanto del mundo, o que quizás le maravillan por el desagrado que le hacen sentir, está la mugre de la uña de los pies sucios e infectados de los gamines (habitantes) de la calle. Este asunto le desagrada tanto porque no puede evitar notarlo cuando camina por las calles de su ciudad. Cuando se levanta muy temprano por las mañanas para ir a la universidad, se le hace imposible no toparse con aquellos bultos de personas que yacen acostados en las aceras por dónde camina. Bultos mal olientes cubiertos por cobijas sucias, cartones o con el periódico de ayer en cuya portada se puede ver la foto de la masacre que ejecutó el día anterior a 10 campesinos la guerrilla, las FARC o cualquier otro grupo armado del momento. Camina queriendo ignorar aquellos habitantes de la calle, pero lo cierto es que su mirada parece tener vida propia y en cuanto pasa al lado de alguno de estos, esta se vuelca y, como un sensor de movimiento, registra cada una de las partes de estos sujetos hasta encontrar lo que tanto le desagrada: el zapato roto justo en el lugar que deja ver la mugre de la uña de un pie sucio e infectado. Ya se imaginarán la idea que se hace de sí mismo cuando alguien le dice que no lo ve tan bien.
Es que además, desde pequeño a él le han desagradado los pies de los otros. Sean cuales sean, limpios, sucios, bonitos o feos, los pies siempre le han generado una sensación de molestia, de fastidio. Por eso, en las mañanas en las que se le hielan los pies, él se despierta con una sensación de que ese día no va a ser tan maravilloso.
Bibliografía.
- Bodenmannn, C. (1975), Joseph Beuys. Cada hombre, un artista. Ed. Machado Libros. Madrid.
- Deleuze, G. (s.f); ¿Qué es el acto de creación?
- Herrera, A. (2010)
- Pardo, J. (1992) Las formas de la exterioridad. Ed. Pretextos. Valencia.
- Freud, S. (1908) El creador literario y el fantaseo, tomo IX. Amorrortu editores. Madrid.