Carmen Ripoll Spiteri[2]
RESUMEN: Este artículo da cuenta del quehacer clínico que venimos realizando en los grupos de segundo grado. Hay una primera parte que tiene que ver con arriesgar a ocupar los sitios del animador y el observador, para dar cuenta del que arriesga en primer lugar la palabra, y de ahí poder sacar una sesión donde la escucha, la elección de escena y la devolución se suceden.
También hay una segunda parte en la que se supervisa lo que allí se ve y se escucha. Es en ese ver y escuchar dónde quiero hacer hincapié, es decir, que la escucha del analista va más allá de lo que se dijo, es la escucha de lo que se oye, no de lo que se dice.
Primera Parte. Síntesis de una sesión de Psicodrama.
Una vez ocupados los sitios del observador y el animador, se le pasa la palabra al grupo. En esta ocasión una participante, Elena, arriesga la palabra para comentar la muerte de su padre, tras una larga enfermedad. Se daba la circunstancia de que su madre había fallecido años atrás, por lo que los hermanos habían quedado huérfanos. También comentó como, esa noche, todos los hermanos se fueron a dormir y a comer juntos a casa de uno de ellos, circunstancia que hizo más llevadera tan dolorosa pérdida y facilitó el dejarse sentir.
Juana, otra participante del grupo, recogió la cuestión de la enfermedad y comentó una situación donde su madre enfermó y su hermana se “escaqueó” a la hora de cuidarla. Comentada ésta escena, le vino otra donde ella iba en coche con su madre y su padre: Estando ella en duermevela, en el asiento trasero del coche, escuchó a su padre decir que su hija la mayor (hermana de Juana) era estupenda y que gracias a ella, que se había hecho cargo del negocio durante su enfermedad, habían podido salir adelante.
Invitada por el animador a representar la escena, Juana escogerá aquella en la que la madre enfermó. La escena consistía en que a mitad de la noche el padre llamaba a voces a sus hijos porque su mujer había tenido un ataque epiléptico. Para representar la escena escogió a todos los compañeros del grupo para los papeles de padre, madre, hermano, médicos, telefonista del 112 etc. A todos, menos a Elena.
Del hermano comenta que, aunque estaban en competencia, la relación estaba bien y de Elena, dice: “a ti no te elijo para protegerte, porque ya tienes bastante”.
En la escena, Juana tiene la misión de llamar al 112. Dice no gustarle ese lugar y prefiere situarse al lado de su madre, acto frustrado, pues la madre reclama la cercanía de su marido.
Tras la sesión representada se le pasa la voz al observador para hacer una devolución de lo ocurrido.
Segunda Parte. Supervisión de la sesión.
El supervisor interroga al observador y al animador acerca de sus pesquisas y a los participantes sobre sus haceres y sentires. En esta ocasión me centraré en los participantes.
A la primera en preguntar es a la protagonista de la escena representada, “¿Juana cómo estás?”. Su respuesta fue: “Me siento un pelín maltratada, la devolución no me ha gustado, me he sentido juzgada. Me he metido en algo muy emotivo para lo poco que he sacado”.
Ante la misma pregunta Elena responde: “yo he notado que la representación era floja en el sentido emocional, le faltaba energía. Además, todo el rato me preguntaba: ¿dónde está su hermana? Ya en otras ocasiones me ha elegido a mí para representar a su hermana, he vivido el papel de hermana fuera de la escena.”
El supervisor le señala que, efectivamente, había sido elegida para el papel de hermana, aunque al final, la había dejado fuera de la escena para protegerla. La protege y la saca de la escena cuando dice: “a Elena no, que bastante tiene”.
Intentemos ver lo acontecido en la sesión:
Si bien Elena ha arriesgado la palabra por ser la primera en hablar todo se ha volcado en Juana. El contenido manifiesto podemos pensarlo de la siguiente manera: Elena habló de la muerte y de la enfermedad y ante eso hay una especie de apiñamiento de los iguales. Todos juntos comiendo alrededor de una mesa. El apiñamiento es una de las salidas, que como dijo la protagonista, le permitió dejarse sentir.
Juana recoge la cuestión de la enfermedad y se hace una pregunta que tiene que ver con la cuestión del deseo: “¿Qué va a ocurrir con mis iguales cuando mis padres no estén?” Es entonces cuando le viene un momento donde el acompañamiento se rompe y donde su madre reclama a su padre. El discurso de Juana es contrario al de Elena, ya que Juana despliega la cuestión de la competencia y la rivalidad.
A partir de ahí podemos ver como todas la competencias no son iguales. Frente al hermano hay competencia, aunque la relación está bien; con la hermana no es así. ¿Qué competencia es esa?
Si nos remitimos a lo que ha ocurrido en la escena, el único momento de conexión es cuando Juana sale de la sala para llamar a urgencias y ve que no quiere ese sitio. Como marca esa diferencia entre competencias, hay un doble mensaje, ya que por un lado Juana protege a la hermana, al dejarla fuera; pero, por otro lado, hay rivalidad. Lo que cambia la manera de ayudar, es lo que uno siente dentro.
Frente a momentos concretos que nos enfrentan a la falta más real, como es la muerte, hay diferentes formas de posicionarnos. Elena dijo: “todo alrededor de una mesa”. Juana, por el contrario: “O ella o yo, no hay lugar para todos”.
Lo que enturbia el interior de Juana es esa escena donde su padre elige a la hermana y la deja a ella fuera. Es un duelo a muerte. O ella o yo. Tiene que matarla, y como no quiere, la deja fuera para protegerla. Por un lado existe la rivalidad y por otro el amor hacia la hermana, por eso la elige para protegerla.
Además, hay que tener en cuenta que cuando las escenas son emotivas hay mucho riesgo. Los Lemoine decían que era mejor representar escenas anodinas frente a lo catártico. Si la escena es muy emotiva tenemos que saber hacia dónde vamos, pues corremos el riesgo de que todo el grupo quede enganchado a ella.
El trabajo termina con unas palabras de Juana:
“he sentido algo liberador en la manera en que el supervisor ha colocado la escena, me ha quitado lo sucio. Ha sido una carambola”
El observador, aunque tiene una presencia muda en un principio, luego dará su palabra y, en tanto que es analista, escucha al sujeto del inconsciente: los lapsus, lo ocurrido en las escenas, la diferencia entre lo relatado y lo representado. Sus intervenciones deben apostar por la sorpresa, alejándose de la comprensión, de responder con ideales de autenticidad; de lo que debe ser o de lo que no debe ser, “de todo aquello que tienda al deslizamiento hacia una norma normativa, una pedagogía o una ortopedia…”
La función del observador, se encuentra del lado del orden simbólico. Función que trata de que un acto o una acción, hagan posible que “una verdad” pueda salir a la luz, revelarse. Que algo oculto en el sujeto salga de su escondite[3].
[1] Como en el juego de Billar la jugada “carambola” se refiere en esta sesión de psicodrama a una jugada (escena) donde la bola toca de forma consecutiva a dos bolas en una sola tirada (representación).
[2] Psicóloga del Servicio Murciano de Salud. Psicodramatista. Miembro del aula de psicodrama.
[3] Cortés, E. y Cols. Psicodrama. Una Propuesta Freudiana. Fundamentos Teóricos ¿Qué observa el observador? Pp. 37. Ed.