Psiquiátrico Penitenciario de Foncalent
Etel Sánchez Gacituaga[1]
RESUMEN
Descripción de la experiencia de un Taller de Teatro en el Centro Psiquiátrico-Penitenciario de Fontcalent con mujeres que tienen enfermedad mental y que han cometido actos violentos en la mayoría de los casos con resultado de muerte. Se describe brevemente el itinerario seguido desde el primer encuentro hasta el estreno de una pieza teatral de creación colectiva.
DESCRIPCIÓN DEL TALLER
Sobre la idoneidad de un taller de teatro en una institución psiquiátrico-penitenciaria.
El Teatro es una forma de representación que utiliza el cuerpo, la voz, el espacio y el tiempo para expresar y comunicar ideas, sentimientos y vivencias. Las técnicas dramáticas son un instrumento para el aprendizaje de otras áreas utilizando un enfoque muy flexible que proporciona la oportunidad de realizar actividades creativas y posibilita que el individuo tenga experiencias simultáneas en todos los planos de su persona, produciendo una respuesta total y una sensación de pertenencia, de integración.
Para un grupo de estas características, en el que el contacto con lo que llamamos “realidad” ha sufrido un grave deterioro en la mayoría de los casos y existe, además, una privación de libertad, la práctica del teatro supone una vía terapéutica que facilita la expresión y contención de emociones, la auto-observación de uno mismo y la interacción social.
En la práctica del Teatro se ha observado los beneficios que se obtienen a nivel personal y en el desenvolvimiento social de la persona, por ello es una herramienta inapreciable para la adquisición de valores y el cambio de actitudes cuando se propone a los participantes alternativas de conducta sobre una situación improvisada. Al demandar la participación y la colaboración, favorece la relación armónica entre los componentes del grupo, puesto que permite a los participantes tomar conciencia colectiva del trabajo y realizarlo contando con el esfuerzo de todos, pues posibilita situaciones en las que hay necesidad de una precisa y clara comunicación. Incrementa la motivación al recurrir a la imaginación y al instinto de juego de los participantes, al tiempo que ofrece la oportunidad de introducir e integrar el mundo exterior en las sesiones.
DESARROLLO DEL TALLER
El día a día de las sesiones.
Comienzo con una entrevista a todas las mujeres que han expresado interés por el Teatro y que, por su grado de enfermedad y nivel de medicación pueden seguir la experiencia, asegurando, en principio, una continuidad.
Las recibo de una en una. Algunas me expresan sus reticencias en cuanto al esfuerzo que tengan que hacer de memoria y su curiosidad sobre qué obra vamos a representar. Les explico en qué va a consistir, insistiendo que lo más importante es que vengan y participen. Al final, hay un grupo de 7 mujeres.
El primer día sigo un procedimiento que será ya el habitual. Voy al módulo de mujeres, me reconocen y nos saludamos, se muestran afectuosas y contentas. El hecho de buscarlas es ya parte de la sesión porque cada una de ellas tiene una disposición distinta, según su estado de ánimo y, en algunos casos, de la medicación ó de las noticias de fuera (la familia, el juicio pendiente, las comunicaciones)
Algunas están en proceso de adaptación y no tienen interés a pesar de haber expresado lo contrario en la primera entrevista. Otras se muestran muy excitadas y quieren empezar en ese momento. Esto se repetirá todas las veces. En general, se muestran muy colaboradoras y me ayudan a reunir al grupo.
Cuando he conseguido que estén todas y la funcionaria ha hecho el recuento, sin el cual no pueden abandonar el módulo, nos dirigimos al gimnasio. El hecho de salir ya es excitante. Quieren fumar antes de entrar. Me doy cuenta de que fumar es un recurso muy frecuente y a veces, es una necesidad. Lo negocio con ellas y concertamos un momento en mitad de la sesión para hacer un descanso y fumar todas. Ese momento lo aprovecho para intercambiar noticias sobre su vida: sus hijos, sus padres, su situación penal. Ellas me miran con curiosidad y también preguntan sobre la mía. De esta manera se va construyendo el vínculo, imprescindible para cualquier trabajo educativo y terapéutico.
Por ser el primer contacto con el trabajo, propongo juegos ligeros de comunicación y relación que me ayuden a conocerlas y ver cómo se desenvuelven con el trabajo y entre ellas. Cuando ven que voy a poner música, enseguida se animan y quieren bailar. Les explico cómo y para qué se usa la música, y lo aceptan con la condición de que después les ponga música, sólo para bailar.
Propongo un juego con un esfuerzo físico moderado, lo que me permite comprobar cuáles son sus reflejos y su capacidad de movimiento, pues la medicación puede dificultar la respuesta motriz y el dominio del espacio.
Lo siguen bien y se las ve divertidas, hay risas y carreras. Este juego de movimiento favorece la energetización, la liberación de tensiones y es un aliado para potenciar la atención al presente. Cuando veo que se cansan propongo un ejercicio de observación entre ellas y por parejas. El objetivo es comprobar si el hecho de mirarse produce alguna distorsión o violencia, cual es su retentiva visual y si hay problemas para trabajar con otra persona. Lo desarrollan bien y me doy cuenta de que necesitan que yo utilice palabras sencillas y un tono de voz suave y sugerente.
Después les planteo el primer ejercicio de contacto físico. El pretexto es que son barro y la compañera debe moldearlas hasta hacer una estatua. Algunas muestran rechazo al contacto físico, otras lo hacen sin “ver” al compañero, en general desarrollan poco las posibilidades del ejercicio y las zonas de contacto se reducen a las manos y el tronco. En casi todas las parejas, lo demás no se trabaja. Algunas parejas no sienten interés y dejan que sea el “barro” quien decida qué figura hacer.
Con este ejercicio me doy cuenta de las dificultades que voy a tener que trabajar antes del propio trabajo teatral, así como de la importancia y el peso que tienen las relaciones personales o la ausencia de ellas, en un mundo tan forzosamente reducido. Todo lo concerniente al contacto interpersonal pasa por la inmediatez de unas necesidades básicas que, fuera del ámbito carcelario, se resolverían fácilmente. Esto hace que las relaciones entre ellas estén cargadas de una tensión o un afecto exagerado.
He observado que tienen una sensibilidad extrema y que las dificultades que les plantea su situación, a veces realmente extraordinaria, las vuelven obsesivas en algunos casos. El hecho de venir al Taller las distrae y las sitúa emocionalmente de otra manera. Debo tener en cuenta cómo están ese día ó si vienen con algún problema personal: las citaciones judiciales, las visitas, las llamadas de la familia, o las que no se producen, si tienen salida o no, si ha habido algún problema entre ellas, etc. Ser capaz de empatizar con sus dificultades y mostrárselo con el contacto directo las hace sentir más cerca de mí, intercambiamos besos, caricias, abrazos. Eso les calma la ansiedad y a mí me deja profundamente conmovida.
En sesiones posteriores les propongo trabajar un cabaret de la siguiente forma: yo las presento, con el nombre artístico que previamente han elegido, y salen al escenario para contar un poco de su historia personal y cantar una canción. En este momento del trabajo se produce una inflexión. Observo cómo les cambia la cara cuando están cantando, cómo se les ilumina la mirada. La actitud del cuerpo se ha transformado, emitiendo un mensaje claro hacia el público. Se las ve fuertes y hermosas. Se están expresando por fin, inmersas en lo que dice la canción.
Me doy cuenta de que ése es el camino, que trabajando sobre temas cortos que no requieran texto es más fácil la interpretación de un personaje y que la letra de la canción, que ha elegido cada una, tiene que ver profundamente con cada una de ellas.
Todas participan activamente y llevan a cabo un buen trabajo, tanto en el escenario como en el camerino. El objetivo común de la representación favorece la cohesión del grupo y permite superar el individualismo y la competencia de otros momentos. Se ayudan unas a otras recordando el orden que hemos establecido, los cambios de vestuario y la salida a escena del “atrezzo” de cada número.
Cuando llega el día del “estreno” las encuentro exultantes, están dispuestas a pasárselo bien y a divertir al público y ése es el sentimiento más positivo de todo el trabajo, independientemente de cuál sea el resultado.
Hicimos dos veces el espectáculo, una para los internos y otra para las familias y, en ambas ocasiones, el éxito de la representación confirmó la entrega y el entusiasmo con que el grupo ha participado en todo el proceso.
CONCLUSIÓN
Una vez visto el desarrollo del taller, he comprobado que han cambiado como personas. Han adquirido más confianza en sí mismas, reforzando su autoestima, han desarrollado la capacidad de concentración y son más conscientes de su relación, entre ellas y con el entorno.
Debo destacar como elemento significativo, el vínculo transferencial que, tanto a nivel individual como grupal, han establecido conmigo y que viene a representar un ejercicio de confianza y entrega importantes para las participantes.
Atendiendo al nivel de deterioro, tanto físico como mental, emocional y social de las participantes, el Taller de Teatro ha representado un pretexto e instrumento terapéutico más que adecuado para el desarrollo de potencialidades individuales y grupales positivas.
[1] Lic. Arte Dramático RESAD de Madrid.