Ernesto Fonseca
Durante la sesión de «cierre» o despedida que acostumbro a realizar tres veces al año, en la última de un pasado verano, una paciente de características histriónicas se quejaba a los miembros del grupo de Psicoterapia (psicodrama) de que ellos, el resto, claro, no ella «se guardaban muchas cosas». Decía: «no sacáis nada, no contáis nada… yo soy la única que cuento mis cosas», queriendo decir que no explicaban (los demás) los acontecimientos vitales que ella contaba sesión tras sesión, casi como única «protagonista» del grupo. Para sorpresa de todos, J. A, el más callado del grupo (el que había sufrido patología más grave de todos), quien siempre mantenía una actitud casi expectante, con pocas intervenciones verbales, exclamó (con enfado y ante la sorpresa de todos): “¡Todavía no sabéis que aquí no venimos a sacar nada, sino a meter!”, a la vez que hacía un gesto con ambas manos al pecho, como si acogiera algo de fuera hacia dentro de sí mismo.
Fuí el primer sorprendido. J. A. había dicho, en pocas palabras, algo que siempre quise transmitir al grupo y quizá no había logrado. En la base teórica del Psicodrama que practico decimos, al revés que en Psicoanálisis, que la enfermedad, lo patológico, te aprisiona. Lo patológico no es algo que tenemos dentro y que debamos sacar, sino que te rodea y no te deja salir. Así, el proceso psicoterapéutico estaría dirigido a fortalecer el YO lo suficiente para que adquiera la fuerza necesaria para poder salir de éso que lo rodea, lo aprisiona y no lo deja mover, no le deja ser sí mismo. Lo que decía J. A. era más concreto, centraba el tema de la «curación» de una forma diferente, mucho más real que todas las teorías que yo intentaba exponer.
Poco después de la anécdota de J. A. me contaron un chiste: se trata de un físico, un químico y un informático que, yendo en automóvil, éste se avería y para. El físico comenta que el problema podría ser debido a la fricción en el sistema mecánico, lo que a su vez habría provocado un desgaste de los cilindros, el químico comenta que podría deberse a la acidez iónica de los líquidos de la batería, lo que a su vez habría provocado una comunicación que afectaría al sistema eléctrico del motor y, mientras ambos se enfrascan en una acalorada discusión, el informático pregunta a modo de conclusión: ¿por qué no salimos y volvemos a entrar?.
Pues bien, eso de “salir y volver a entrar”, en informática, se entiende como reiniciar y puede hacerse presionando un botoncito del PC que se titula RESET. Así se solucionan, la mayoría de las veces, los conflictos que provocamos los que apenas sabemos informática y, también, lo que hacen los propios técnicos cuando cambian cualquier configuración del software o del hardware. Es, incluso, el mismo aparato el que nos pregunta, a través de un letrero que aparece en el centro de la pantalla: “la configuración ha cambiado, para poder utilizarla debe Ud. reiniciar el equipo y pregunta: ¿Desea hacerlo ahora?: SI – NO.”
Un trimestre más tarde, cuando explicaba esto mismo a mi amigo e introductor en el Psicodrama, el Psicólogo Sergio Canadé, quien me vino a visitar y a entregarme un recuerdo de su esposa, fallecida, Ruth Tarquini (con ambos me inicié en Psicodrama en 1982), y le enseñé el esqueleto de mi entonces artículo “Resetear”, me sugirió la película “El ángel exterminador” de Buñuel. En la película de Buñuel, me dijo, los protagonistas se encuentran en una habitación de la que no pueden salir a pesar de sus esfuerzos, hasta que descubren que la única forma era volver a poner todas las cosas, lo que había en la habitación, los muebles, tal como estaban al llegar ellos. Para Sergio ello significaba que para salir es necesario volver a estar como al principio, o como él decía “volver a nacer”: begin to begin, contesté yo, o arreglar lo mal hecho.
Regresando a la propuesta del informático, la de salir y volver a entrar. La primera reflexión que me hice fue: en los problemas que a diario la vida nos ofrece, qué fácil sería poder apretar un botoncito (¿dónde?) semejante al dichoso Reset para salir (de nuestro «ordenador» = “el cerebro y su mente” / el psiquísmo / el yo / la conciencia de sí mismo) y «volver a entrar» («reiniciar», empezar de nuevo pero con el «problema», conflicto, resuelto) En fin, poder hacer una especie de Reset cada vez que nos encontráramos ante cualquier situación conflictiva que no pudiéramos resolver con nuestra propia experiencia.
Yo ejerzo dos profesiones complementarias: la de Médico Psiquiátra, que no viene al caso, y la de Psicoterapéuta y, dentro de ésta, soy Director de Psicodrama, y lo enseño. Muchas veces me han preguntado qué es el Psicodrama y, entre otras cosas, acabo contestando algo así como aprender a practicar la ESPONTANEIDAD, jugar a ser uno mismo. DRAMATIZAR es útil para DES-DRAMATIZAR las situaciones, una técnica muy poco dramática en el sentido popular de la palabra, osea, poco sufrida, incluso divertida, con la cual aprendemos a poner los conflictos fuera: en forma de otra(s) persona(s) que hace(n) nuestro papel o en forma de IMÁGEN o con TELAS u otros objetos, sobre un ESCENARIO que simbolicen (proyecten) nuestros conflictos, nuestra familia, los sentimientos, los pensamientos, los actos, para poder entenderlos mejor y así compartirlos (leerlos) con otra persona (Psicoterapeuta) y poder así, entre ambos (o entre los miembros de un grupo), buscar soluciones (no basta saber lo que le sucede a uno, también hay que buscar la forma de solucionarlo).
Y eso que practicamos, ¿no es ayudar a que el otro “salga fuera de sí”?: a poner fuera sus pensamientos, sentimientos y actos en forma de objetos, imágenes o escenas, para que podamos compartirlos y entenderlos (más que con palabras, pues éstas son siempre interpretaciones, representaciones mentales de la realidad: la verdad está ahí fuera como enunciaba la Serie Televisiva “Expediente X”) Compartir, entender mejor lo que le sucede y ayudar (sólo eso, colaborar con nuestra técnica, ya que los contenidos sólo los conoce el paciente) a buscar una o varias salida(s) y las pueda poner en práctica.
Y eso, ¿no es salir y volver a entrar, lo que hacemos?, ¿no es darle con nuestra técnica una fórmula, a modo de botoncito (mucho más largo en el tiempo, mucho más espaciado el resultado), para que pueda salir de sí, entender lo que le sucede, buscar soluciones y… volver a entrar dentro de sí, pero de diferente “forma”?
En fin, ahora entiendo que la informática nos puede enseñar a resetear para solucionar nuestros conflictos o ¿lo han copiado a través de la llamada Inteligencia Artificial (artificio que mimetiza el funcionalismo cognitivo cerebral)? Sin conocer la informática, sin saber lo del “RESET”, hace más de quince años que lo práctico, ese Reset, cuando todavía no había ni visto un ordenador. Quizá “resetear” sea la nueva forma de «reflexionar» y solucionar nuestros conflictos en este milenio.