[1] Beatriz Martínez, Elisa Buendía y Enrique Cortés [2]
RESUMEN: Todo abordaje tiene como sustrato una visión del hombre, del mundo, de la vida, de la salud y de la enfermedad. Entendemos al ser humano como un ser social, que nace, se desarrolla y vive en grupos, donde la mayoría de los conflictos se centran en las dificultades de los vínculos con los otros. El hombre necesita del amor y de la pertenencia para construir su identidad; paralelamente, la misma cultura genera un malestar que debemos transformar en creatividad, como forma de sublimar y dar salida a los impulsos reprimidos. Intentaremos dar cuenta de esto mediante dos espacios de grupos operativos: por un lado, un grupo de profesionales de enfermería dedicado a la “Intervención no farmacológica en diabéticos en Atención Primaria” y por otro el cómo poder actuar en un intento de transformar la guerra, desde el vínculo a la paz; indagando y caminando hacia la comprensión no del conflicto, necesario por formar parte del crecimiento, sino de la derivación de las guerras y conflictos belicosos.
PALABRAS CLAVE
Grupos Operativos – Conflicto – Sublimación- Creatividad – Pulsión – Grupo de Diabéticos – Conflictos Internaciones.
De acuerdo con Donald Winnicott en su obra “Realidad y juego” la creatividad es un atributo humano, una capacidad a ser desarrollada por cualquier persona en cualquier acto o situación de su vida cotidiana. Es decir, no son creaciones solamente las obras de arte, sino cualquier tarea que supere una simple adaptación o una actitud mecánica, rutinaria de la vida cotidiana, realizada en forma original; una innovación, una invención. La creatividad es una actitud, un enfoque de la realidad, una manera de vivir la vida satisfactoriamente. El impulso creador es universal, sus fuentes son los primeros años de la vida del sujeto, es decir, primero, la relación entre el bebé y su mamá, luego entre el niño y su ambiente social.
Algunos de nosotros nos hemos dado cuenta que el niño que no juega es un niño al que le pasa algo, no es un niño feliz. El psicodrama es una invitación al juego, a retomar el juego.
Antecesor de la creatividad en el adulto, esta actividad lúdica del niño tiene dos funciones: poder elaborar las situaciones conflictivas y el poder dar expresión a la potencialidad creativa. Mientras el niño juega recrea el mundo exterior acorde con sus vivencias internas.
La matriz creadora se construye en los juegos de infancia y en la frondosa producción imaginativa del adolescente. Cuando el adulto crea, en verdad, está re-creando aquel espacio lúdico de la niñez, su mundo imaginario infantil, aquellas fantasías que una y otra vez se repiten en el sujeto a lo largo de la vida, muchas veces de manera inconsciente.
Las posibilidades creadoras son rasgo y condición de salud. ¿Por qué se dejó de jugar? Algunas personas presentan dificultades en torno a la creatividad. Sus impulsos creativos se encuentran frenados, bloqueados o reprimidos y se manifiestan como miedo a fracasar, renunciando a jugar.
Nosotros os proponemos que retoméis el juego, ya que el juego es creatividad y la creatividad es una búsqueda hacia la verdad, no sólo en el sentido de expresión de las experiencias y sentimientos de cada persona, sino también como acto social, como un compartir colectivamente la vivencia estética con otros.
Como veis, de entrada se trata de ver el psicodrama más allá de lo estrictamente clínico; construir grupos que no tengan el objetivo de lo clínico, sino grupos que están centrados en la tarea.
Grupos centrados en una tarea hay muchos y ustedes tal vez los conozcan: grupos de reflexión ¿quién no fue o no coordinó alguna vez, un grupo de reflexión?, los grupos de discusión, los famosos talleres, etc.; los grupos terapéuticos también son grupos centrados en una tarea, que es curarse. Hay otro tipo de grupo centrado en una tarea, son los equipos de trabajo. Los equipos en una empresa, en la comunidad, en una escuela.
A veces nos vemos metidos dentro de un equipo en una organización: por ejemplo los médicos de un hospital, los psicólogos, los asistentes sociales y enfermeros que forman un equipo de trabajo; en éstos grupos aparecen conflictos y dificultades interpersonales que hay que coordinar de forma específica y para ello, es bueno saber que si bien la tradicional dinámica de grupos es el abordaje más habitual con los equipos, no es el único posible. Hay otros modos de trabajo en la línea de la creación con otros, de los vínculos, de la creatividad, etc.
Para pensar los Grupos centrados en una Tarea, podemos servirnos del texto de Freud: El Malestar en la Cultura (1930).
Decía Freud que el ser humano sufre un malestar estructural que va más allá de la época. Ese algo estructural tiene que ver con lo real, lo real del cuerpo, la muerte, el paso del tiempo, la enfermedad, los imponderables de la naturaleza (como los terremotos, las inundaciones etc.). A eso que llamamos lo Real, es con lo que no hay nada que hacer, algo que va más allá de la ciencia. La ciencia no puede del todo con lo Real.
En el Malestar en la Cultura Freud apunta que el ser humano nunca encuentra exactamente lo que busca. Entre el placer buscado y el placer encontrado, hay siempre una distancia y en ello radica la causa del malestar en la cultura.
Freud plantea que, ante el malestar, hay distintos caminos posibles: uno es la enfermedad, el síntoma, las adicciones e incluso la religión; todos ellos son modos de abordar el malestar en la cultura.
Pero, nos tranquiliza Freud, al decirnos que hay otros caminos posibles, para la humanidad: la creatividad con otros, el trabajo con otros.
Producir en una trama con otros, es a veces un modo de salir de lo más tanático y de lo más mortífero.
Nosotros vamos a plantear que los Grupos centrados en una Tarea son una vía posible para que el Sujeto renuncie a su atrincheramiento más narcisista, a lo más tanático, por la vía de la creación con otros.
Se sale muchas veces del exilio de uno mismo, en un proyecto con otros.
El grupo anuda alrededor de una Tarea a los integrantes en una maraña entrecruzada que ayuda a sostener la estructura de cada cual, el nudo que cada uno de nosotros somos y que nos diferencia con el otro. Así pues, en los Grupos Centrados en una Tarea, se producen importantes efectos de transformación subjetiva. Sin embargo, no hay transformación sin pérdidas.
Al hombre originario le gustaba apagar el fuego con su orina y solo pudo preservar el fuego que necesitaba para la comida cuando renunció a ese placer pulsional. Solo pudo construir una cultura nueva cuando apagó el fuego de los propios goces. Y es que hay que perder goces para poder ganar otros. Así pues el malestar y el deseo deben ser compañeros en el trabajo grupal.
La creatividad, el deseo de saber, la curiosidad, son un tiempo de renuncia a las explicaciones únicas, lo que supone un pasaje del yo ideal al ideal del yo.
El objetivo es que en la tarea misma se puedan ir anudando lazos, que pueda surgir algo nuevo, más allá de la repetición de lo mismo, y además, que algo del propio sujeto se vaya anudando en el mismo proceso del trabajo con otros.
Planteamos la sublimación, como un trabajo de producción de nuevos enlaces, de nuevos goces que a través de la creación y de la relación con otros ayuden al sujeto a salir del destino de la fijación.
Sublimar es crear algo nuevo, renunciar a un goce de satisfacción inmediata por otra vía que no sea la represión. Pero quisiera que pensásemos la sublimación no solamente como un desvío que alude el fin sexual, renuncia pulsional, desexualización o cambio de meta; quisiera que pensásemos la sublimación como una valoración de lo colectivo, un trabajo de lo colectivo sobre la pulsión. No olvidemos que Freud plantea la noción de la sublimación en un texto como el malestar de la cultura.
La tarea grupal debe servir como posibilidad de interrogar los sentidos coagulados en lo que aparece como lo dado, lo natural.
Entendemos la creatividad, y con ella el arte y también el juego psicodramático, como un espacio donde se crean zonas de ambigüedad, no de respuestas exactas; como un modo de leer lo grupal y lo artesanal, en un saber hacer con lo real, con el cuerpo, con materiales, con marcas que se van trazando.
Freud puso lo bello en relación con lo siniestro. El arte y el juego nos enseñan otros modos de bordear el malestar, lo siniestro y lo indecible.
Entendamos pues el Psicodrama como un dispositivo teórico y técnico donde la palabra, el cuerpo, el juego y la creatividad se expresan, un escenario donde se nos permite abrirnos a movimientos, ritmos, velocidades, intensidades e imágenes; pensamientos en escenas donde los sujetos participantes producen en lo individual, en lo vincular y en lo institucional. Un lugar donde el encuentro de miradas, el contacto o la distancia entre los cuerpos, modifique cualitativamente la comunicación y donde afectaciones, emociones y compromisos resulten prácticamente ineludibles.
Un lugar donde las técnicas del role-playing ó juego de roles, inversión de roles, soliloquio, doblaje, espejo, etc., posibiliten ponerse en el lugar del otro, salir de la versión monocular que cada persona tiene de sí misma y del otro, para abrirse a múltiples versiones y sentidos, facilitando así la comprensión de la propia problemática y de la del otro; y desde ahí, multiplicar creativamente diferentes alternativas de salidas a los conflictos planteados, que por lo general producen encierro, asfixia y hostilidad.
Modifiquemos, transformemos la realidad poco a poco, con pequeños cambios, sin grandes ambiciones, pero sí con constancia, para procurar mayor bienestar personal y social.
Nuestro rol de operadores sociales, es importante porque nos hemos formado para transformar lo siniestro en realizaciones vitales. Debemos habituarnos a trabajar en zonas de conflicto, a compartir nuestros recursos técnicos y experiencias con la comunidad, a generar con ella proyectos, a ayudar a la formación de sus multiplicadores. Compartir logros, dificultades y disfrutar de la experiencia.
La cualidad de responder y comprometerse con su realidad le permite al individuo transformarse en cada acto, cambiar y devenir sujeto construyéndose a sí mismo. A partir de preguntar y preguntarse, de relacionarse y emitir respuestas, somos hacedores de nuestra propia historia.
ESTA ES NUESTRA PROCLAMA: JUGEMOS Y CON NUESTRO JUEGO DESMITIFIQUEMOS NUESTRAS PROPIAS LEYENDAS.
A.- Grupo de profesionales de enfermería
Objetivo: Fomentar la salud y la creatividad a través de los grupos operativos.
El pasado Junio participé como ponente en unas Jornadas que tenían por lema “Intervenciones no farmacológicas en diabéticos en Atención Primaria”, en donde tuve la oportunidad de desarrollar dos talleres dirigidos a un grupo de profesionales de enfermería. Mi objetivo principal fue plantear el Grupo centrado en la Tarea como una forma de trabajo integrada en los Centros de Salud. La mayoría de los profesionales que asistieron no habían trabajado nunca en grupo ni los habían desarrollado en sus centros de trabajo.
Comencé por organizar la sala de manera que las sillas de los participantes creaban un semicírculo, cosa que despertó inquietud. El círculo posibilita otra mirada, facilita la interacción y la identificación entre los miembros. Se abría paso al imaginario y el deseo comenzaba a fluir.
Hablamos de grupos y quise aprovechar el que allí se había formado para poder entresacar los distintos aspectos que deben acontecer para que un grupo exista. Les invité a recordar cuando recibieron la información acerca de las Jornadas, ¿qué les motivó a inscribirse? de aquí podíamos dar cuenta de los rasgos en común que establecieron en su inconsciente, aún sin conocerse, para poder identificarse con el grupo del que ahora formaban parte. Todos eran enfermeros y enfermeras, trabajaban en Atención Primaria, con pacientes diabéticos. De ahí surge una inquietud, un deseo, un objetivo que podríamos llamar común teniendo en cuenta los matices de la amalgama que conforma el grupo. Un objetivo que podría relacionarse con aprender, con formarse, con actualizar conocimientos. El grupo posibilita la interrelación y la interacción.
Con el propósito de analizar la propuesta grupal que se realiza desde el ámbito de la salud y poder afinar sobre las fortalezas y las debilidades que presenta esta forma de trabajo, se utilizó una dinámica en la que los participantes tomaban un tramo de hilo de un ovillo y se daba lugar a la palabra. Cada cual exponía sus ideas acerca del trabajo en grupo, sus deseos, sus dificultades y expectativas, y cuando terminaban, pasaban el ovillo al otro compañero. El resultado fue un entrecruzamiento de hilos (que servía para entender el entramado que se forja en un grupo, los vínculos y cómo éstos interaccionan entre sí), y una tormenta de ideas, que daba paso a la reflexión en la que se lanzaban cuestiones y respuestas entre los mismos miembros del grupo. He ahí la magia del grupo.
Se había creado un clima que abría paso a la participación activa pues lo que se exponía resonaba en cualquiera de los presentes, lo que facilitaba que se hablase de la experiencia, y en realidad de vida más que de ideas. La consigna era hablar de uno mismo, no hacer teoría y poner límite a nuestro narcisismo que arremetía para ser visto.
¿Por qué trabajar en grupo? Porque es nadar a favor de la corriente, ponernos del lado de nuestra condición de humanos. Como dice Mario Polanuer: “no hay humanos sin grupos”. El hombre es un animal social, un animal de grupo. La ayuda mutua es el factor clave de la supervivencia y la evolución. Nuestras vidas están unidas a distintos círculos, grupos, en los que vamos adoptando roles como partes integradoras que interaccionan con otros roles a través de los vínculos.
¿Y por qué desarrollarlos en Atención Primaria? Porque ocupa un lugar privilegiado en cuanto a accesibilidad, continuidad e integración de la labor de promoción de salud, prevención, detección precoz y administración de cuidados, tanto al individuo, como a la familia y la comunidad. Sin caer en ideas románticas, la finalidad y la motivación de los recursos de salud (y de los profesionales), son la de proporcionar los medios adecuados y a su alcance para que las personas obtengan el máximo bienestar y calidad de vida posibles; esto es lo que se traduce como salud. Pero, ¿para qué lado miramos? Si nuestras acciones con los pacientes no obtienen los resultados que esperamos, ¿no será que no estamos enfocando bien la cuestión? En los tiempos que corren, es necesario reinventar lo inventado para hacer realmente partícipes a los pacientes y dar paso a la creatividad. Los Grupos centrados en la Tarea, en este caso con el objetivo de aumentar o conservar la salud, potencian la expresión y la comunicación. La creatividad entrelaza ambos conceptos, permitiendo transitar de lo expresivo a lo terapéutico y viceversa. Según Csikszentmihalyi (1996):
“la creatividad es el camino que nos conduce a la mejora de nuestras vidas cotidianas y al desarrollo de una personalidad satisfactoria que permite una mayor realización laboral y social”.
Por tanto, si damos lugar a la expresión de la propia creatividad, si proporcionamos un espacio para poder canalizarla y dar cuenta de ella, estaremos favoreciendo el camino hacia la salud. Por ello, podemos decir, que trabajar en Grupo fomenta la salud y favorece la expresión creativa.
La primera sesión la concluimos realizando un role-playing de un grupo de educación diabetológica en el que dos personas iban a hacer de coordinadores del grupo, otras dos personas de observadores y seis constituirían el grupo de pacientes diabéticos. A los seis supuestos pacientes se les dieron roles escogidos para representar: tres en clave positiva, y los otros en negativo (distorsionadores), con la finalidad de que salieran a la palestra algunas posibles escenas temidas. En general, se expresaba el miedo a no saber cómo abordar la emocionalidad, cómo poner límites, cómo contener al grupo y coordinarlo. Si somos capaces de sentir nuestro dolor, nuestros propios límites, nuestros miedos y nuestros deseos y fuerzas, entonces sabremos más de nuestros pacientes. ¿Creemos que sabemos más acerca de las personas que se sientan frente a nosotros que ellas mismas? Quizá podemos conocer más acerca de lo que los libros dicen acerca de las enfermedades, pero no sabemos nada de cada paciente si no lo escuchamos.
Se daba lugar a poder comentar el papel del coordinador, cuya responsabilidad principal es facilitar a los participantes la posibilidad de que se expresen. Aparecía la frustración de uno de los protagonistas, donde se habla del fracaso del paciente como nuestro propio fracaso porque no alcanza los objetivos que nos marcamos. ¿Les preguntamos acerca de sus expectativas? Cuestionarnos como coordinadores, nos llevaba a nombrar y hacer presente la transferencia que hacen los pacientes con nosotros, con el personal de salud, y al mismo tiempo, tener en cuenta también lo que nos pasa con ellos, los sentimientos nos generan, nuestros propios prejuicios hacia ellos, lo qué ponemos en el otro que es nuestro. Nuestros pacientes acuden a la consulta porque les pasa algo. Suponen un saber al que con su bata se sitúa detrás de la mesa. Pero sabemos de lo que sabemos, tan solo una porción del pastel. Constantemente ocurren transferencias y tenerlo en cuenta posibilita no quedarnos solo en lo obvio, en lo que parece evidente. Como dice Enrique Cortés, nos permite llevar la mirada un poco más allá, lo que a su vez dotará de un nuevo significado a aquello que presenciamos.
Llevar a cabo los talleres ponía expresión, juego y movimiento a las palabras, a la teoría. Lo más fascinante fue la participación del grupo, la resonancia, llegar a conclusiones y respetar las diferencias. Se abría una puerta con inquietud a una forma nueva de plantear el trabajo, ¿por qué no en grupo? Quedaron cuestiones abiertas, para mirarnos a nosotros mismos y para mirar de otra manera a aquellos a quienes dedicamos nuestra labor.
- “La transformación de la guerra. Desde el vínculo a la paz”.
El interés por este tema siempre ha estado latente en mí, tanto a nivel personal (como buscadora de la verdad), como a nivel terapéutico (como acompañante en el sufrimiento humano). Siempre me he preguntado: ¿por qué la guerra?, ¿para qué tanto sufrimiento y dolor? Desde la razón de ser de mi profesión, el trabajo social como disciplina comprometida con el análisis y la resolución de problemas (y yo con ellos como agente activa), me lleva de manera natural a un momento preciso de toma de conciencia de cómo lo latente emerge y enciende mi necesidad de buscar, indagar y caminar hacia la comprensión, no del conflicto, que es necesario y forma parte del crecimiento, sino de su derivación en las guerras y conflictos belicosos; desde mi fantasía creo que es posible TRANSFORMARLAS. Tenemos que empezar a creer en crear e inventar soluciones preventivas al devenir de los conflictos. Ya anunciaba Víctor Hugo: “La utopía es la verdad de mañana”. Me hago consciente de esta necesidad cuando me encuentro en clase desarrollando la asignatura de “Cultura de Paz y Resolución de Conflictos Internacionales” con sus formas tradicionales de resolución. Es ahí donde mi entendimiento empieza a hilar.
Las guerras continúan, la prensa informa de la manipulación de las elecciones rusas de diciembre de 2011 por el partido “Rusia Unida”; también el conflicto Rusia – Chechenia con toda su implicación derivada desde el siglo XX, donde el líder político ruso desde el año 2000 desarrolla una estrategia aterradora y amenazante hacia su propio pueblo. Veo en casa Las Tortugas Ninja, el dolor y el sufrimiento que dejan las guerras en la humanidad, el dolor ocasionado por el abuso de poder de una superpotencia con dirigentes patógenos que proyectan enfermedad, ansiosos de ejercer su fuerza (fuerza-poder-derecho). Pero aunque el panorama es desolador hace tiempo que se empezó a reunir la ciudadanía y ahora resurge el movimiento con fuerza. Es una señal muy importante en la que se palpan el deseo de concebir un mundo mejor.
En el año 2001, en el Foro Social Mundial De Porto Alegre, con el objetivo de actuar e imponer un proyecto de paz permanente; en 2012 el movimiento ciudadano de los “Indignados”; y por primera vez en la historia una revolución del pueblo árabe con un efecto dominó, donde algunos pierden el miedo gracias al poder de la palabra y al ejemplo de otros que en la necesidad de libertad luchan por una democracia digna.
Me doy cuenta con gran lucidez de dos elementos: que las guerras y la tendencia humana a la destrucción continua y que al mismo tiempo las revoluciones pacíficas se movilizan; pero es AHORA cuando se palpa un AUGE en los movimientos ciudadanos, con idearios de solidaridad activa y humanitaria, con actitudes responsables de buscar salida a los problemas. “Todo ha empezado a moverse”. Y esto me lleva a delirar en la posibilidad de empezar a crear, a modelar, a amasar, a tocar, a tallar un espacio grupal donde los actores pongan en escena lo que les ocurre ante el mundo, donde nos miremos en el espejo, un mismo espejo HUMANO y REAL donde podamos ver sin miedo ¿que pasa? ¿Dónde?, ¿Quién?, ¿Cuándo?… Y desde ahí, cómo EVITARLO O TRANSFORMARLO.
No sé si es una locura, ni tampoco donde está el límite, solo sé que desde hace años conozco el trabajo que se realiza en los grupos de Psicodrama Freudiano y tengo un inside: Que a través del juego psicodramático, el discurso, la mirada, la escena, la pulsión de amor y la pulsión de destrucción, el instinto de amor y el instinto de agresión o destrucción, se desplieguen en un espacio donde el verdadero deseo posibilite la OPCIÓN DE TRANSFORMACIÓN.
Y esta necesidad, esta pulsión ya manifiesta la comparto con mi maestro aquí presente y me dice: “BEATRIZ, ¿QUE SON LOS CONFLICTOS SINO EXPRESIONES PULSIONALES REPRIMIDAS? Si a esas expresiones les podemos dar salida mediante el juego podremos darles una opción de mostrarse, y desde ahí, nuevas posibilidades de acción”. Este juego comienza desde que se suceden de manera conectada toda una serie de sucesos que cobran vida y son palpables.
Se plantea el problema bajo la óptica de dos posiciones, una interior y su reflejo exterior.
Se expone la óptica externa que se puede ver en nuestros días: Hace ya más de una década que entramos en el siglo XXI y con él a un nuevo rostro del mundo en el que no solo no han desaparecido los conflictos bélicos sino que han adquirido una nueva forma. Ya no interesan las conquistas territoriales, es época de una colonización mundial, de la conquista del planeta a base de la anulación de la humanidad y del mundo bajo tres actores responsables (Mandos dirigentes, población afectada y responsable, y movimientos ciudadanos). Pero, qué duda cabe que existe un problema interior.
La óptica interior: que reside en los sujetos o actores implicados que a su vez conforman tres niveles:
- a) Por un lado obviamente nos encontramos ante una deshumanización, una pérdida de conciencia de la realidad y una desconexión de sí mismos de un sector de los actores implicados, que son quienes dirigen el mundo. Pero también tenemos que contar y partir de una verdad intrínseca al ser humano, una verdad que ya en 1932 explicaba Freud a Einstein en sus correspondencias sobre ¿Por qué la guerra? En ellas decía: “Nos guiamos por dos pulsiones humanas: la de conservación (eros) y la de destrucción (tánatos). Y cualquiera de estas pulsiones es tan imprescindible como la otra y ambas necesitan de la acción conjunta para que surjan las manifestaciones de la vida. Por lo tanto hay placer en la agresión y la destrucción (GOCE); y el ser viviente, paradojalmente, protege su propia vida destruyendo la vida ajena”. No obstante, dice Freud: “Cabe una esperanza; poder derivar estas tendencias agresivas, es decir sublimarlas, transformarlas”…y aquí nos ocuparemos.
- b) Por otro lado se encuentra otro nivel de actores implicados: la población que sufre unas consecuencias devastadoras y que permanece en silencio cuando no cómplices de lo que ocurre. Como ya sabemos, los sujetos necesitamos de una autoridad que nos guíe y tome decisiones, pero no bajo la sombra del miedo y el sufrimiento, sino de una forma digna, participativa, libre y democrática. ¿Entonces? Se trata visiblemente de una pérdida del sentido de comunidad, de pertenencia, de colectividad, de grupo. Los sujetos nos hemos olvidado de que la unión de los grupos vence la violencia. L’Union fait la force. El problema radica en que la unión del grupo se ha perdido.
- c) Finalmente y como garantía de que este proyecto no es una fantasía, partimos de lo tangible, LO PALPABLE, LO EVIDENTE, de una realidad conformada por sujetos que ya están en movimiento; no hay duda de que los grandes cambios van asociados a movilizaciones sociales. “Nuevos actores, nuevos métodos, nuevas iniciativas humanistas” que pretenden intervenir en las agendas políticas y generar nuevos espacios.
En definitiva, para poder transformar el conflicto, es necesario reconstruir la competencia humana, incrementar la convivencia de paz y brindar una nueva forma de hacer creando lazos de afectividad. Partiremos de una primera fase de carácter preventivo de los futuros actores implicados en la toma de decisiones, para más adelante, en siguientes fases, ocuparnos de los actores implicados como afectados y su parte de responsabilidad en los conflictos internacionales. Todo ello para llevar a término una verdadera transformación del conflicto.
1ª FASE: PREVENTIVA.
En primer lugar, una vez se determine el grupo con el que se trabajará, conformado por futuras generaciones de jóvenes políticos con posibilidades de ocupar cargos de toma de decisiones, se realizará un estudio pormenorizado del contexto, intereses y motivaciones que se dan en el territorio que ocupan a nivel histórico. Un estudio de todos los ámbitos: económico, social, geopolítico, de soberanía, de estado. etc.
Para en un segundo lugar, iniciar el trabajo psicodramático, con su herramienta, “el juego”, como opción de expresión de los actores y como alternativa a una nueva forma de hacer. Posibilitando la elección de transformar o moldear los destinos de la pulsión destructiva como dice Freud: La transformación, la sublimación.
En términos generales, y a modo de resumen se trata de crear un laboratorio de la transformación, donde a través del juego se dé la opción de la expresión libre, espontánea y verdadera y como meta desarrollar y capacitar a futuros tomadores de decisiones y cuadros políticos; hacia la verdad del sujeto en el desarrollo de los conflictos.
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- Segura, A. (2004). Señores y vasallos del siglo XXI; Una explicación de los conflictos internacionales. Barcelona: Ed. Alianza.
Frases:
- La matriz creadora se construye en los juegos de infancia y en la frondosa producción imaginativa del adolescente.
- El sujeto es creatividad y la creatividad es una búsqueda hacia la verdad, una manera de vivir la vida satisfactoriamente.
- El malestar y el deseo deben ser compañeros en el trabajo grupal.
- Sublimar es crear algo nuevo, renunciar a un goce de satisfacción inmediata por otra vía que no sea la represión.
- La cualidad de responder y comprometerse con su realidad le permite al individuo transformarse en cada acto, cambiar, construyéndose a sí mismo.
- La ayuda mutua es el factor clave de la supervivencia y la evolución.
- A través del juego psicodramático se da un espacio donde el verdadero deseo posibilite la opción de transformación.
- ¿Qué son los conflictos, sino expresiones pulsionales reprimidas?
- Partimos de lo tangible, lo palpable, lo evidente, que es una realidad conformada de sujetos que están en movimiento.
[1] Ponencia del Congreso Internacional de Intervención Psicosocial, Arte Social y Arte-terapia; de la creatividad al vínculo social. Archena 2012.
[2] Psicodramatistas y miembros del Aula de Psicodrama