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enero 2016
Mapa fantasmático corporal (Alicante).
Coordinan: Paqui Alcaraz y Luz Agudelo.
Más información »octubre 2018
Taller intensivo de psicodrama freudiano
Al ser el grupo un espacio de relación intermedio entre el mundo interno y la realidad, nos permite explorar sin riesgo, observándonos con mayor nitidez en aquellos lugares donde quedamos detenidos en determinadas formas de relación con los otros. El sistema de espejos que forman los otros del grupo nos devuelve constantemente informaciones que contribuyen a desmontar las fijaciones donde nos quedamos atrapados, al tiempo que nos permite la posibilidad de aprender formas nuevas de situarnos ante las mismas cosas.
Más en lo concreto, el psicodrama es un procedimiento donde la palabra y el discurso se anudan con la acción en la escena, donde a través del juego el sujeto puede acceder a una verdad que se empeña en desconocer y que está en el núcleo de su malestar.
Crecemos jugando y por el camino perdemos la capacidad de hacerlo. Valga el relato de Alí Cojía que aparece en las Mil y una noches para mostrarnos cómo a partir del juego unos niños dan solución al enigma que traía preocupado al califa. Porque el juego nos permite salirnos de la repetición para probar alternativas, permite un grado de apertura sin riesgo que facilita la posibilidad de encontrar salidas que hasta el momento estaban veladas.
Unas sillas puestas es círculo conforman el escenario donde el discurso se va transformando en acción. Alguien coge la palabra y el grupo resuena, dejando al descubierto un rastro o tema conflictivo que será llevado a escena para dramatizar. Durante la acción, y al ponerse en juego a sí mismo, cada cual se verá salpicado por preguntas que le atañen, dejando al descubierto cómo repite en su vida cotidiana ciertos roles fijos representativos de ciertas formas de pensar, de actuar y de sentir. Al dramatizar escenas cotidianas nos ponemos en juego desplegando nuestras expectativas, motivaciones, conflictos, creencias, deseos y otros aspectos que están en juego en los vínculos que establecemos. La posibilidad de explorar otros roles no habituales en un ambiente sin riesgo permite a los integrantes del grupo preguntarse y responderse desde otros lugares, al tiempo que facilita una visión más completa de las situaciones y favorece la elaboración de respuestas más ajustadas a la realidad.
Más información »enero 2019
Taller intensivo de psicodrama
Al ser el grupo un espacio de relación intermedio entre el mundo interno y la realidad, nos permite explorar sin riesgo, observándonos con mayor nitidez en aquellos lugares donde quedamos detenidos en determinadas formas de relación con los otros. El sistema de espejos que forman los otros del grupo nos devuelve constantemente informaciones que contribuyen a desmontar las fijaciones donde nos quedamos atrapados, al tiempo que nos permite la posibilidad de aprender formas nuevas de situarnos ante las mismas cosas.
Más en lo concreto, el psicodrama es un procedimiento donde la palabra y el discurso se anudan con la acción en la escena, donde a través del juego el sujeto puede acceder a una verdad que se empeña en desconocer y que está en el núcleo de su malestar.
Crecemos jugando y por el camino perdemos la capacidad de hacerlo. Valga el relato de Alí Cojía que aparece en las Mil y una noches para mostrarnos cómo a partir del juego unos niños dan solución al enigma que traía preocupado al califa. Porque el juego nos permite salirnos de la repetición para probar alternativas, permite un grado de apertura sin riesgo que facilita la posibilidad de encontrar salidas que hasta el momento estaban veladas.
Unas sillas puestas es círculo conforman el escenario donde el discurso se va transformando en acción. Alguien coge la palabra y el grupo resuena, dejando al descubierto un rastro o tema conflictivo que será llevado a escena para dramatizar. Durante la acción, y al ponerse en juego a sí mismo, cada cual se verá salpicado por preguntas que le atañen, dejando al descubierto cómo repite en su vida cotidiana ciertos roles fijos representativos de ciertas formas de pensar, de actuar y de sentir. Al dramatizar escenas cotidianas nos ponemos en juego desplegando nuestras expectativas, motivaciones, conflictos, creencias, deseos y otros aspectos que están en juego en los vínculos que establecemos. La posibilidad de explorar otros roles no habituales en un ambiente sin riesgo permite a los integrantes del grupo preguntarse y responderse desde otros lugares, al tiempo que facilita una visión más completa de las situaciones y favorece la elaboración de respuestas más ajustadas a la realidad.
Más información »marzo 2019
Taller intensivo de psicodrama freudiano
Al ser el grupo un espacio de relación intermedio entre el mundo interno y la realidad, nos permite explorar sin riesgo, observándonos con mayor nitidez en aquellos lugares donde quedamos detenidos en determinadas formas de relación con los otros. El sistema de espejos que forman los otros del grupo nos devuelve constantemente informaciones que contribuyen a desmontar las fijaciones donde nos quedamos atrapados, al tiempo que nos permite la posibilidad de aprender formas nuevas de situarnos ante las mismas cosas.
Más en lo concreto, el psicodrama es un procedimiento donde la palabra y el discurso se anudan con la acción en la escena, donde a través del juego el sujeto puede acceder a una verdad que se empeña en desconocer y que está en el núcleo de su malestar.
Crecemos jugando y por el camino perdemos la capacidad de hacerlo. Valga el relato de Alí Cojía que aparece en las Mil y una noches para mostrarnos cómo a partir del juego unos niños dan solución al enigma que traía preocupado al califa. Porque el juego nos permite salirnos de la repetición para probar alternativas, permite un grado de apertura sin riesgo que facilita la posibilidad de encontrar salidas que hasta el momento estaban veladas.
Unas sillas puestas es círculo conforman el escenario donde el discurso se va transformando en acción. Alguien coge la palabra y el grupo resuena, dejando al descubierto un rastro o tema conflictivo que será llevado a escena para dramatizar. Durante la acción, y al ponerse en juego a sí mismo, cada cual se verá salpicado por preguntas que le atañen, dejando al descubierto cómo repite en su vida cotidiana ciertos roles fijos representativos de ciertas formas de pensar, de actuar y de sentir. Al dramatizar escenas cotidianas nos ponemos en juego desplegando nuestras expectativas, motivaciones, conflictos, creencias, deseos y otros aspectos que están en juego en los vínculos que establecemos. La posibilidad de explorar otros roles no habituales en un ambiente sin riesgo permite a los integrantes del grupo preguntarse y responderse desde otros lugares, al tiempo que facilita una visión más completa de las situaciones y favorece la elaboración de respuestas más ajustadas a la realidad.
Más información »junio 2019
Taller intensivo de psicodrama freudiano
Al ser el grupo un espacio de relación intermedio entre el mundo interno y la realidad, nos permite explorar sin riesgo, observándonos con mayor nitidez en aquellos lugares donde quedamos detenidos en determinadas formas de relación con los otros. El sistema de espejos que forman los otros del grupo nos devuelve constantemente informaciones que contribuyen a desmontar las fijaciones donde nos quedamos atrapados, al tiempo que nos permite la posibilidad de aprender formas nuevas de situarnos ante las mismas cosas.
Más en lo concreto, el psicodrama es un procedimiento donde la palabra y el discurso se anudan con la acción en la escena, donde a través del juego el sujeto puede acceder a una verdad que se empeña en desconocer y que está en el núcleo de su malestar.
Crecemos jugando y por el camino perdemos la capacidad de hacerlo. Valga el relato de Alí Cojía que aparece en las Mil y una noches para mostrarnos cómo a partir del juego unos niños dan solución al enigma que traía preocupado al califa. Porque el juego nos permite salirnos de la repetición para probar alternativas, permite un grado de apertura sin riesgo que facilita la posibilidad de encontrar salidas que hasta el momento estaban veladas.
Unas sillas puestas es círculo conforman el escenario donde el discurso se va transformando en acción. Alguien coge la palabra y el grupo resuena, dejando al descubierto un rastro o tema conflictivo que será llevado a escena para dramatizar. Durante la acción, y al ponerse en juego a sí mismo, cada cual se verá salpicado por preguntas que le atañen, dejando al descubierto cómo repite en su vida cotidiana ciertos roles fijos representativos de ciertas formas de pensar, de actuar y de sentir. Al dramatizar escenas cotidianas nos ponemos en juego desplegando nuestras expectativas, motivaciones, conflictos, creencias, deseos y otros aspectos que están en juego en los vínculos que establecemos. La posibilidad de explorar otros roles no habituales en un ambiente sin riesgo permite a los integrantes del grupo preguntarse y responderse desde otros lugares, al tiempo que facilita una visión más completa de las situaciones y favorece la elaboración de respuestas más ajustadas a la realidad.
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